El osito y la miel perdida



En un hermoso bosque lleno de flores y árboles altos, vivía un osito llamado Tobi. Tobi era un osito muy especial, porque tenía una gran pasión: ¡le encantaba la miel! Cada mañana, se despertaba con el sonido de las aves y corría a su colmena favorita, donde siempre podía disfrutar de una cucharada de miel fresca.

Un día, Tobi se despertó y, al abrir su despensa, se dio cuenta de que no quedaba ni una gota de miel. Nariz arrugada y cara triste, comenzó a llorar.

"¡Oh no! ¡Se me ha acabado la miel! ¿Qué haré ahora?" - sollozó Tobi, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

Al escuchar los lamentos de Tobi, su mejor amiga, la ardillita Luli, apareció saltando de rama en rama.

"¿Qué te pasa, Tobi?" - preguntó Luli, preocupada.

"Me he quedado sin miel y no sé cómo conseguir más" - respondió Tobi, secándose las lágrimas con su patita.

"No te preocupes, amigo. ¡Yo te ayudaré!" - exclamó Luli con una sonrisa. "¿Por qué no vamos a buscar a la abejita Bella? Ella siempre tiene las mejores ideas para conseguir miel."

Tobi asintió, y juntos comenzaron a buscar a Bella. Caminando por el bosque, encontraron muchas criaturas que también les ofrecieron ayuda.

"Tal vez podrías intentar otra colmena", dijo el búho Lucas, con su voz profunda. "Hay una cerca del claro."

"O quizás deberías plantar flores para atraer a las abejas" - sugirió la tortuga Greta, despacio pero segura.

Con cada consejo, Tobi se sentía un poco más esperanzado. Finalmente, encontraron a Bella, una abeja brillante y simpática.

"Hola, Tobi y Luli. ¿En qué puedo ayudarles?" - preguntó Bella, revoloteando alrededor de ellos.

"Nos gustaría saber si tienes un poco de miel para compartir, Bella" - explicó Luli, mirando a Tobi, que tenía una expresión de expectativa.

"Lo siento, amigos, pero mi colmena está llena de miel para el invierno. Sin embargo, puedo llevarlos a un lugar donde pueden aprender a hacer su propia miel" - ofreció Bella.

Tobi y Luli se miraron emocionados.

"¡Eso suena increíble!" - exclamó Tobi. "¿Podemos ir?"

Bella los guió a un claro donde había un hermoso jardín lleno de flores. Al llegar, les explicó cómo las abejas recolectan néctar y lo convierten en miel. En un rincón del jardín, vieron a otras criaturas ayudando en la plantación de nuevas flores.

"Si plantan flores, atraerán a más abejas y tendrán mucho néctar con el que trabajar," - dijo Bella. "Y así, si tienen paciencia, algún día podrán tener su propia miel."

Tobi se sintió emocionado. "¡Podemos hacerlo juntos!" - dijo con entusiasmo. Luli sonrió y asintió.

Los tres trabajaron juntos durante semanas. Sembraron flores de colores, regaron la tierra y cuidos de las plantas. Poco a poco, el jardín comenzó a florecer y, con el tiempo, las abejas comenzaron a visitar. Tobi, que antes estaba triste por haber perdido su miel, descubrió que con el trabajo en equipo, pudieron crear algo aún más especial: un jardín lleno de flores y la posibilidad de miel en el futuro.

Finalmente, un día mientras observaban las abejas recolectar néctar de sus flores, Tobi exclamó.

"¡Miren! ¡Estamos ayudando a las abejas y creando nuestro propio hogar de miel!" - gritó con alegría.

Desde entonces, Tobi nunca volvió a llorar por no tener miel. Agradeció las enseñanzas de sus amigos, que le habían mostrado que, a veces, lo mejor que podemos hacer es trabajar juntos para conseguir lo que queremos.

Y así, Tobi y Luli no solo aprendieron sobre la miel, ¡sino que hicieron un hermoso jardín que ayudó a todos los habitantes del bosque! Y nunca olvidaron compartir su miel con sus amigos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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