El Osito y las Brujas Cantoras



Había una vez un osito llamado Benito que vivía solo en un encantador bosque lleno de árboles altos y flores de colores. Este bosque era mágico, no solo por su belleza, sino porque estaba habitado por brujas que cantaban melodías encantadoras. A pesar de la música que lo rodeaba, Benito siempre se sentía un poco solo, pues anhelaba tener amigos con quienes compartir sus aventuras.

Un día, mientras paseaba por el bosque, escuchó una canción que le pareció muy alegre. La melodía venía de una cabaña no muy lejos de donde estaba. Curioso, se acercó sigilosamente y, al asomarse, vio a tres brujitas que estaban cocinando y cantando a todo pulmón.

"¡Hola!" - dijo Benito, un poco tímido.

Las brujitas se giraron y le sonrieron.

"¡Hola, pequeño osito! ¿Quieres unirte a nosotras?" - preguntó una de ellas, que tenía un sombrero puntiagudo lleno de estrellas.

Benito sintió su corazón latir fuerte. "Sí, me encantaría, pero no sé cantar como ustedes."

"No te preocupes, Benito, ¡cantar es solo una forma de expresarse! Puedes venir a ayudarnos a mezclar los ingredientes. ¡La cocina también puede ser mágica!" - dijo la brujita de ojos brillantes.

Así comenzó la amistad entre Benito y las brujitas. Cada día, se juntaban en la cabaña y preparaban deliciosas comidas mientras cantaban y reían. Benito aprendió que la cocina podía ser tan divertida como cantar, y que no necesitaba ser perfecto para disfrutar de la música y de la compañía.

Sin embargo, un día, mientras estaban cocinando, notaron que el cielo se oscurecía repentinamente.

"¡Oh no! Parece que se avecina una tormenta!" - exclamó una de las brujitas.

Benito se preocupó. "¿Qué haremos si se inunda la cabaña?"

"¡No entres en pánico!" - dijo la brujita con el sombrero estrellado. "Tenemos que prepararnos. ¡Una tormenta puede ser peligrosa!"

Las brujitas empezaron a buscar cosas para protegerse. Benito, viendo que ellas estaban un poco asustadas, recordó que siempre había sido bueno armando refugios con hojas y ramas.

"¡Yo puedo ayudarles a construir un refugio!" - ofreció Benito, lleno de entusiasmo.

Las brujitas asintieron. Así que, con su ayuda, comenzaron a recoger ramas y hojas fuertes. Benito lideró la construcción y, a pesar de que era pequeño, logró hacer un refugio seguro a tiempo.

Cuando la tormenta finalmente llegó, se sintieron agradecidos de estar juntos en un lugar seguro. La lluvia caía con fuerza, pero dentro del refugio, las brujitas y Benito compartieron historias y rieron, creando su propia música en medio del estruendo del agua.

Al final de la tormenta, cuando los cielos se despejaron y el sol brilló nuevamente, se dieron cuenta de que su refugio había resistido. Benito miró a sus amigas y dijo:

"No importa cuán difíciles sean las cosas, siempre podemos encontrar una forma de salir adelante si trabajamos juntos."

Las brujitas sonrieron. "Tienes razón, Benito. ¡Eres un gran amigo!"

Desde ese día, Benito comprendió que no solo podía disfrutar de la música y la cocina, sino que también podía ser un líder y siempre tendría un lugar en el bosque, rodeado de amigas que lo acompañarían en cualquier aventura. A partir de ahí, el osito nunca volvió a sentirse solo, y cada día aprendía algo nuevo junto a sus amigas mágicas del bosque.

Y así, el osito y las brujitas continuaron viviendo felices, creando historias y música juntas en su mágico bosque, donde la amistad siempre brillaba más que cualquier hechizo.

FIN.

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