El Osito y las Brujas Cantoras



Había una vez un osito llamado Nube que vivía solo en un bosque encantado. Este no era un bosque común; estaba lleno de brujas muy especiales que no eran malas, sino que tenían un don: ¡cantaban hermosas melodías que hacían florecer las plantas y llenar de vida el lugar!

Un día, mientras Nube paseaba distraído buscando miel, escuchó un canto melodioso que venía del fondo del bosque. Intrigado, se acercó y encontró a un grupo de brujas rodeadas de flores danzantes, sus voces armonizaban con el viento.

"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó Nube, mirándolas con curiosidad.

"¡Hola, osito! Somos Las Brujas Cantoras. Nuestra música trae alegría y vida al bosque" - respondió una de ellas, con una gran sonrisa.

Nube nunca había conocido a alguien como ellas. Ellas eran diferentes a lo que la mayoría pensaba sobre las brujas. Las brujas lo invitaron a unirse a su canto.

"¡Canta con nosotras!" - le dijeron.

"No puedo, no sé cantar" - contestó el osito, sintiéndose tímido.

Las brujas le sonrieron y una de ellas le dijo:

"Cantar es dejar que tu corazón se exprese. No necesitas ser perfecto, solo diviértete."

Animado por sus palabras, Nube intentó cantar. Aunque su voz era un poco desafinada, las brujas lo animaron a seguir.

"¡Eso es, Nube! Lo estás haciendo genial!" - aclamó otra bruja.

Sin embargo, un día, una bruja llamada Luna propuso un concurso de canto entre todas las brujas y el osito.

"Quiero que todos en el bosque escuchen nuestra música. Nube, ¿te animas a participar?" - sugirió Luna.

"Pero, ¿y si no les gusta mi canto?" - respondió el osito, dudando.

"No se trata de ganar, sino de disfrutar de la música y pasar un buen momento juntos" - insistió Luna.

Con un nuevo brillo en sus ojos, Nube decidió aceptar el desafío, pensando que quizás era una buena oportunidad para mostrar que no debía tener miedo de ser él mismo.

El día del concurso llegó y todos los habitantes del bosque se reunieron. Las brujas, con sus trajes brillantes, comenzaron a cantar. Luego llegó el turno de Nube.

"Esto es por mí mismo y por la amistad" - pensó. Se paró con firmeza y comenzó a cantar. Al principio, su voz temblaba un poco, pero luego, recordó las palabras de las brujas.

"¡Voy a disfrutarlo!" - se dijo, tomando aire.

Al escuchar su canto, algunos animales del bosque se asomaron, intrigados. Cuando Nube soltó sus notas, un silencio mágico envolvió el lugar. Las brujas lo rodearon y cantaron con él, uniendo sus voces en armonía.

Al finalizar, la multitud estalló en aplausos.

"¡Bravo, Nube!" - gritaron emocionados.

"¡Sos un gran cantante!" - exclamó una de las brujas.

A partir de ese día, Nube ya no sentía miedo de cantar. Aprendió que lo importante no era ser el mejor, sino disfrutar de lo que hacía y compartirlo con sus amigos. Desde entonces, cada tarde, Nube y las brujas se reunían en un claro del bosque para cantar, hacer reír a las estrellas y llenar el aire de alegría.

El bosque nunca volvió a ser el mismo. Un amoroso ambiente creció entre todos sus habitantes, donde todos podían ser ellos mismos, celebrar la amistad y la música, y donde el miedo no tenía lugar.

Y así, el osito Nube descubrió la magia que vivía dentro suyo y aprendió que todos tienen un canto especial que compartir.

FIN.

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