El osito y las brujas cantoras
Había una vez un osito llamado Tito que vivía en un bosque mágico. Este no era un bosque cualquiera, sino que estaba habitado por brujas cantoras, que con sus melodías y ritmos llenaban el aire de magia y alegría. Las brujas, aunque parecían temibles con sus largos sombreros puntiagudos, eran, en realidad, amistosas y le encantaba hacer música que resonara en todo el bosque.
Un día, mientras Tito exploraba el bosque, escuchó a las brujas cantando:
"¡La luna brilla, las estrellas danzan, ¡ven y canta con nosotras!"
Las voces de las brujas eran suaves y melodiosas, y a Tito le encantó lo que escuchaba.
Tito decidió acercarse y, aunque un poco nervioso, se armó de valor y les dijo:
"¡Hola! Soy Tito, el osito. Me encanta su música, ¿puedo unirme?"
Las brujas lo miraron con sorpresa, y una de ellas, llamada Brujita Melodía, sonrió y respondió:
"Claro que sí, pequeño oso. Pero debes saber que cantar requiere valor y práctica. ¿Estás listo para aprender?"
Tito asintió emocionado, y así comenzó su aventura en el mundo del canto.
Con el paso de los días, Tito asistía a las clases de canto con las brujas. Aprendió a respirar profundamente, a encontrar su tono y a desafiar sus miedos. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Tito se daba cuenta de que cada vez que cantaba frente a las brujas, se ponía muy nervioso.
Una tarde, mientras practicaba, comenzó a dudar de sí mismo:
"No sé si voy a poder hacerlo. Mis notas nunca suenan como las de ustedes."
Cercana a él, Brujita Melodía lo miro y le dijo:
"Tito, cada uno tiene su propia voz. No te compares con nosotras. La música es sobre el sentimiento y la alegría, no sobre ser perfecto. Recuerda que lo importante es disfrutar mientras cantas. ¡Deja que tu corazón hable!"
Las palabras de Brujita Melodía resonaron en su corazón, así que decidió intentarlo de nuevo.
Esa noche, el bosque se llenó de luces y sonidos, y las brujas organizaban un gran festival de cantar para todos los animales del bosque. Tito estaba emocionado pero a la vez aterrado.
Antes de subir al escenario, Tito se acercó a las brujas una vez más:
"¿Qué hago si me pongo nervioso?"
"Piensa en algo que te haga feliz. Cierra los ojos, respira hondo y ¡siente la música! Todo estará bien," le respondió Brujita Melodía.
Cuando llegó su turno, Tito se paró frente a todos, cerró los ojos y recordó la calidez del sol en su pelaje y la risa de sus amigos. Con eso en mente, comenzó a cantar. Al principio, su voz temblaba un poco, pero luego, sintiendo la música y la alegría de estar allí, su canto se fue haciendo más fuerte y decidida.
Los animales del bosque comenzaron a aplaudir y bailar, y las brujas lo animaron con sonrisas y movimientos. Tito se dio cuenta de que estaba disfrutando cada nota, y con cada canción, sus miedos se desvanecían. Al terminar, el aplauso fue estruendoso, y todos los animales vitorearon:
"¡Viva Tito! ¡Bravo!"
Tito sonrió de oreja a oreja, emocionado y agradecido:
"¡Gracias, gracias! A todas las brujas por ayudarme a encontrar mi voz. La música es maravillosa."
"¡Siempre querida Tito! ¡La música vive en cada uno de nosotros!" le respondió Brujita Melodía.
Desde entonces, Tito no solo se convirtió en el cantante más querido del bosque, sino que también comprendió que ser uno mismo y disfrutar de lo que hace es lo que realmente importa. Y así, cada vez que el viento soplaba entre los árboles, se podía oír la hermosa melodía de Tito, el osito que venció sus miedos, y las brujas cantoras, que siempre estaban allí para apoyarlo, haciendo del bosque un lugar lleno de alegría y armonía.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.