El oso amistoso del bosque



Había una vez, en un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores de colores brillantes, una familia que decidió ir de excursión para disfrutar de la naturaleza.

El niño Johan, junto a sus padres y su hermana pequeña, caminaban alegremente por el sendero que los llevaba hasta un precioso río cristalino. Al llegar al río, se sorprendieron al ver a lo lejos un oso gigante bebiendo agua tranquilamente.

Johan se quedó inmóvil y asustado, mientras sus padres trataban de mantener la calma. - ¡Tranquilos! -dijo el papá en voz baja-. No debemos asustarlo ni hacer movimientos bruscos. El oso levantó la cabeza y los miró con curiosidad.

Parecía enorme y poderoso, pero extrañamente no mostraba signos de agresividad. La mamá tomó la mano de Johan y su hermana para alejarlos lentamente del animal. - No corran ni griten -aconsejó ella con serenidad-. Vamos a retroceder despacio y sin hacer gestos bruscos.

El oso observaba atentamente cada movimiento que hacían. De repente, Johan recordó algo que había leído en uno de sus libros favoritos sobre animales del bosque. - Mamá, papá -dijo con voz temblorosa-, creo que este oso es amistoso.

En el libro decía que algunos osos gigantes son muy pacíficos si no se sienten amenazados. Sus padres se detuvieron sorprendidos por las palabras del pequeño Johan.

Miraron al oso y notaron que no gruñía ni mostraba los dientes; simplemente los observaba con curiosidad. - Creo que Johan tiene razón -comentó la mamá con una sonrisa tranquilizadora-. Quizás este oso solo quiere estar cerca del río como nosotros.

Decidieron sentarse en la orilla opuesta del río para no incomodar al oso. Poco a poco, el animal se acercó más hacia ellos, manteniendo una distancia segura. Se notaba tranquilo y juguetón, revolcándose en la hierba como si les estuviera demostrando confianza.

Johan sintió cómo el miedo inicial se transformaba en emoción y fascinación por aquel encuentro inesperado en medio del bosque. Observar al oso gigante tan cerca fue toda una aventura para él y su familia.

Al caer la tarde, el sol comenzaba a ocultarse detrás de las copas de los árboles. El oso pareció despedirse con un último vistazo antes de adentrarse nuevamente en el espeso bosque. - ¡Qué experiencia tan increíble! -exclamó Johan emocionado-.

Nunca olvidaré este día junto al amigable oso gigante del río. La familia regresó a casa llena de anécdotas para contar sobre su excursión inolvidable en el bosque encantado.

Y desde ese día, cada vez que recordaban al oso gigante, lo hacían con cariño y respeto por la maravillosa diversidad de la naturaleza que los rodeaba.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!