El Oso Andino y sus Amigos en Peligro
En las altas montañas del Ecuador, donde la neblina abraza al paisaje y el sol brilla con fuerza a veces entre las nubes, había un bosque encantado llamado Chocó. Este lugar era hogar de muchos animales, pero entre todos ellos, el más grandote y sabio era un oso llamado Roco. Roco era un oso andino con un hermoso pelaje negro y un distintivo collar de color miel. Él paseaba orgullosamente entre los árboles de eucalipto, con su gran corazón lleno de amor por la naturaleza.
Un día, mientras Roco disfrutaba del suave sol matutino, escuchó un llanto muy débil. Intrigado, siguió el sonido y se encontró con un pequeño venado llamado Nico.
"¿Qué te pasa, amigo?" - preguntó Roco con preocupación.
"¡Oh, Roco!" - sollozó Nico "Perdí a mi mamá, me separé de ella mientras buscábamos alimento. ¡Tengo miedo!"
"No te preocupes, Nico. ¡Te ayudaré a encontrarla!" - respondió Roco, decidido a ayudar al pequeño venado.
Así, ambos amigos se adentraron en el bosque. Mientras recorrían el verde entorno, Roco le contó a Nico sobre su hogar.
"Aquí vivimos todos juntos, pero algunos de nosotros estamos en peligro de extinción. Por eso es importante cuidar el bosque," - explicó Roco.
"¿Peligro de extinción?" - preguntó Nico, curioso.
"Sí, por ejemplo, yo. El oso andino como yo, es cada vez menos común debido a la caza y la pérdida de su hábitat. También hay otros amigos que asustan mucho" - dijo Roco.
"¿A quién más?"
"Verás, poco después de que encontramos a tu mamá, es posible que se crucen con un tímido cóndor llamado Lía y un juguetón puma llamado Max," - respondió Roco.
De repente, las ramas de los árboles crujieron y ante ellos apareció Lía, el cóndor, con sus alas extendidas, la más bella en el cielo.
"Hola, amigos. ¿Qué les trae por aquí?" - preguntó Lía, con su mirada sabia.
"¡Hola, Lía! Estoy ayudando a Nico a encontrar a su mamá," - dijo Roco.
"¡Eso suena genial! Deberían ir hacia la parte alta del bosque. He visto un grupo de ciervos por allá," - indicó Lía, señalando hacia el horizonte.
Agradecidos, Roco y Nico siguieron su senda. Sin embargo, el camino se volvió difícil; los árboles parecían más espinosos. Fue entonces cuando un rugido resonó desde un arbusto cercano.
"¡Ay, no!" - dijo Nico con un escalofrío.
"¡Es Max! No te preocupes, es sólo un puma juguetón," - tranquilizó Roco.
De entre las sombras emergió Max, quien sonreía tan amplia y juguetonamente.
"¿Qué tal, amigos? ¿Qué están haciendo por aquí?" - dijo Max, dando volteretas.
"¡Ay, Max! Estamos buscando a la mamá de Nico. ¿La has visto?"
"No, pero puedo ayudarte. Tal vez esté cerca de la cascada. Acompáñenme, ¡es un lugar impresionante!" - exclamó Max mientras corría.
Atravesaron el bosque, saltando ríos y esquivando piedras. La emoción los impulsaba a seguir adelante.
"¡Miren eso!" - dijo Max de repente, apuntando hacia el cielo.
"¿Qué pasó?"
"¡Un grupo de cóndores!" - dijo Max, sorprendido.
"Lía mencionó a los cóndores, pero ellos no vuelan solos. Deben estar buscando algo," - reflexionó Roco.
"Podría ser Nico. Tal vez su madre está en problemas," - sugirió Max.
Entonces, todos juntos decidieron seguir el rastro de los cóndores. De pronto, divisaron un claro donde se alzaba una hermosa cascada. Allí, estaban varios ciervos y entre ellos estaba la madre de Nico, quien parecía angustiada.
"¡Mamá!" - gritó Nico.
"¡Nico! Oh, te encontré. Gracias, Roco, gracias, Max, gracias, Lía. Ustedes siempre están listos para ayudar," - habló la madre de Nico, con lágrimas de alegría.
Pero, de repente, el suelo tembló y una nube de polvo se levantó. Un grupo de hombres llegó, armados y preparados para cazar. Roco sintió que los recursos de su hogar estaban en peligro.
"Debemos hacer algo," - dijo Roco, decidido.
"¡Pero Roco! , son más fuertes que nosotros!" - respondió Max con temor.
"No nos podemos dejar vencer. Todos estamos en peligro y debemos proteger juntos este bosque," - gritó Roco, enérgico.
Así que Roco mandó a Nico y a su madre a esconderse junto a Lía, mientras él y Max se acercaron para intentar asustar a los hombres. Ellos rugieron y gritaron con valentía.
"¡Aléjense de aquí! Este es nuestro hogar!" - exclamó Roco, levantando sus patas en una postura feroz.
"¡Lárguense!" - añadió Max, saltando alrededor.
Los cazadores, sorprendidos, se detuvieron y comenzó a retroceder al ver a los dos animales.
"No vinimos aquí a causar problemas, solo a buscar comida," - respondió uno de ellos, asustado.
"¡La comida no debe ser a costa de nuestra vida! Necesitamos proteger nuestro hogar," - dijo Roco con voz tranquila.
Los hombres, aunque renuentes, comprendieron el mensaje.
"Está bien, nos iremos, pero solo si prometen que ayudarán a cuidar la belleza de este bosque."
"¡Lo prometemos!" - dijeron Roco, Max, Lía y Nico, todos a la vez.
Así, los cazadores se marcharon, y los amigos celebraron su victoria. Roco miró a su alrededor y sintió el orgullo de haber defendido su hogar.
"Lo que hicimos hoy fue importante. No solo por Nico, sino también por todos los que habitamos este bosque," - indicó Roco.
"Sí, debemos cuidarnos los unos a los otros," - añadió Lía.
"Y juntos, nunca estaremos solos," - concluyó Max, asegurándose de que esta historia se contara y que siempre se protegieran.
Desde ese día, el grupo hizo un pacto: siempre cuidarían su hogar y se ayudarían entre sí. Porque en las montañas del Ecuador, cada ser vivo, desde el pequeño venado hasta el gran oso andino, tenía un lugar especial y debía ser protegido.
Y así, Roco, Nico, Lía y Max empezaron un nuevo capítulo en su historia, donde todos aprendieron a vivir en armonía, protegiéndose mutuamente, nunca dejando a un amigo atrás.
FIN.