El Oso de Anteojos y la Fiesta del Bosque
En un hermoso bosque de montañas verdes y ríos cristalinos, vivía un oso de anteojos llamado Tito. Tito era un oso muy curioso y juguetón. Siempre andaba explorando y descubriendo nuevos lugares. Un día, mientras jugaba en el río con sus amigos —el ciervo Ramón, la tortuga Lila y la ardilla Juanita— comenzaron a chapotear en el agua, riendo y saltando de alegría.
"¡Mirá cómo salto!" - dijo Tito mientras realizaba un gran salto al agua, salpicando a todos.
"¡Eres el mejor saltador de todo el bosque, Tito!" - gritó Juanita, tratando de imitarlo.
Mientras los animales se divertían, notaron algo extraño en el aire. Un sonido festivo venía de la parte más alejada del bosque. Sin poder resistir la curiosidad, Tito y sus amigos decidieron investigar. Caminaron y caminaron, hasta que llegaron a un claro lleno de luces de colores y música alegre. Allí encontraron a muchos animales del bosque que estaban celebrando una gran fiesta.
"¿Qué está pasando aquí?" - preguntó Tito, asombrado por la escena.
"¡Estamos celebarando el Día de la Amistad!" - explicó un perezoso que colgaba de una rama. "Todos los animales se reúnen para compartir, bailar y disfrutar juntos. ¡Puedes unirte a nosotros!"
Los ojos de Tito brillaron. "¡Me encantaría! Pero… ¿qué pasará con el río? Mis amigos y yo estábamos jugando allí."
"No te preocupes", respondió Lila, la tortuga, "Siempre podremos jugar más tarde. La fiesta también es divertida y nos ayudará a conocer a más amigos."
Tito reflexionó por un momento. Aunque le gustaba mucho jugar en el río, también le encantaba la idea de hacer nuevos amigos. Así que decidió que iría a la fiesta con sus amigos. Cuando llegaron, se dieron cuenta de que no solo había baile, sino un montón de actividades.
"¡Miren todas estas sorpresas!" - dijo Ramón mientras señalaba un stand de adornos hechos de hojas y ramas.
"¡Vamos a hacer unos!" - respondió Juanita entusiasmada.
Con mucha creatividad, los cuatro amigos se pusieron a hacer coronas de hojas y flores. Justo cuando estaban por terminar, un gran viento sopló, llevando todo por los aires. Las coronas volaron lejos y las risas se convirtieron en un alegre bullicio.
"¡Ahh! ¡Mira cómo vuela!" - exclamó Lila, mientras veía su corona ascender.
"No importa, ¡podemos crear más!" - dijo Tito mientras animaba a sus amigos a no desanimarse.
Esa actitud hizo que todos los animales se unieran para hacer más coronas. Mientras todos colaboraban, Tito sintió una calidez en su corazón. Comprendió que la verdadera diversión no estaba solo en jugar en el río, sino en compartir momentos con los amigos.
Finalizando la tarde, Tito y sus amigos habían hecho muchas coronas y también habían conocido a otros animales del bosque. Todos se sintieron felices por haber compartido esa experiencia juntos.
"Hoy fue un día increíble, gracias a la fiesta" - dijo Tito, con una gran sonrisa en su rostro.
"Sí, ¡y todo gracias a un pequeño viento travieso!" - comentó Lila, riendo.
"La amistad es el mejor regalo que podemos dar y recibir" - concluyó Juanita, mientras se ponía su corona nueva.
Al caer la noche, todos los animales del bosque se despidieron, contentos. Tito y sus amigos volvieron al río, ya no solo como un grupo de jugadores, sino como un círculo de amigos que había vivido una aventura maravillosa. Tito supo que la diversión estaba en los lugares donde podía compartir sus risas.
Desde ese día, el oso de anteojos nunca olvidó la importancia de salir a nuevos lugares y hacer nuevas amistades. Y aunque siempre amaría jugar en el río, también adoraría participar en todas las fiestas que celebraran su amistad.
Y así, Tito y sus amigos aprendieron que cada día trae nuevas oportunidades para disfrutar, aprender y, sobre todo, compartir.
FIN.