El Oso Dorado y la Tortuga Sabia
Era un hermoso día en el Bosque Brillante, donde los árboles eran altos y las flores de todos los colores florecían. En este mágico lugar vivía un Oso Dorado llamado Bruno, conocido por su pelaje resplandeciente y su gran curiosidad. A pesar de su apariencia amistosa, Bruno tenía un pequeño problema: a menudo se dejaba llevar por sus impulsos y, a veces, se olvidaba de ser considerado con los demás.
Un día, mientras exploraba cerca del lago, Bruno vio a una tortuga, llamada Lila, tomando el sol sobre una roca. La tortuga era muy tranquila y se la veía feliz en su momento de paz. Sin embargo, ese día Bruno se sintió juguetón y, sin pensarlo dos veces, decidió hacer algo inesperado.
"¡Hola, tortuguita!" -gritó Bruno entusiasmado"¿Te gustaría jugar conmigo?"
"¡Hola, Bruno!" -respondió Lila, levantando la mirada"Claro, pero por favor, no me asustes. Me gusta el sol tranquilo en el que estoy".
Pero al Oso Dorado no le gustaba escuchar que debiera tener cuidado. En lugar de eso, saltó al lado de Lila y, en su entusiasmo, provocó que ella cayera de la roca al agua.
"¡Oh no! ¡Lila, lo siento!" -dijo Bruno con preocupación"No quise asustarte, realmente solo quería jugar".
Lila nadó hacia la orilla, un poco mareada pero segura. "Bruno, a veces la diversión puede resultar un poco intimidante para otros. No siempre es necesario jugar de esa manera".
Bruno se sintió un poco mal por lo que había hecho. "Tienes razón, lo siento mucho. No fue mi intención hacerte sentir incómoda".
Por primera vez, Bruno se dio cuenta de que su energía podía afectar a sus amigos. Entonces decidió escuchar a Lila y aprender de su sabiduría.
"¿Cómo podríamos jugar de una manera que también te haga sentir bien?" -preguntó Bruno.
"Podemos jugar a buscar hojas en el bosque. A mí me gusta ese juego y puedo hacerlo mientras tomo el sol" -sugirió Lila, sonriendo.
Y así, los dos compañeros empezaron a buscar hojas brillantes. Mientras jugaban, Bruno se dio cuenta de que podía divertirse sin tener que ser ruidoso ni molesto. Además, Lila también estaba disfrutando de su compañía.
Pero, en medio de su juego, algo inesperado sucedió. Un fuerte viento sopló en el bosque, haciendo que algunas ramas se movieran y asustando a muchas criaturas. De repente, un grupo de pequeños animales salió corriendo, buscando un lugar seguro.
"¡Bruno, mira!" -dijo Lila, alarmada"Parecen asustados. Debemos ayudarlos!"
Bruno, sintiéndose ahora más responsable, decidió actuar. "¡Sí! Vamos a calmarlos. Muchos de ellos seguramente están asustados por el viento".
Juntos, Bruno y Lila se acercaron a los pequeños animales.
"¡Hola a todos! No hay razón para asustarse", -dijo Bruno con voz suave"Estamos aquí para ayudarles. El viento pasará y todo estará bien".
"Sí, amigos, respiremos juntos y esperemos a que el viento se calme" -añadió Lila.
Poco a poco, los animales se calmaron al escuchar a Bruno y Lila. Mientras esperaban, decidieron compartir historias y risas. Bruno se dio cuenta de que había muchas maneras de ser un buen amigo, y que la diversión podría venir de momentos sencillos.
Cuando el viento finalmente se detuvo, todos sonrieron y agradecieron a Bruno y Lila por su valentía.
"¡Gracias, Bruno! ¡Eres un héroe!" -dijo un pequeño conejo.
"¡Sí! ¡Gracias a los dos!" -aplaudió una ardilla.
Bruno, sonrojándose, respondió: "No lo hice solo, Lila tuvo una gran idea. Juntos somos más fuertes".
Desde aquel día, el Oso Dorado aprendió a jugar de manera más considerada y a escuchar las ideas de sus amigos. Y lo más importante, comprendió que la verdadera diversión viene del entendimiento y la amistad. Además, juntos podían afrontar cualquier cosa, ya fuera un viento fuerte o el deseo de jugar.
Y así, Bruno y Lila continuaron explorando el Bosque Brillante, aprendiendo el uno del otro, y creando increíblemente hermosos recuerdos.
Con el tiempo, el Oso Dorado se convirtió en un amigo considerado y respetuoso, conocido no solo por su brillante pelaje, sino también por su gran corazón.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.