El oso ingenioso
Había una vez un oso llamado Benito que vivía en un hermoso bosque rodeado de árboles frondosos y animales juguetones.
A Benito le encantaba comer manzanas, pero siempre las encontraba durante el día cuando el sol brillaba en todo su esplendor. Un día, mientras paseaba por el bosque, vio un hermoso manzano lleno de deliciosas manzanas rojas y apetitosas. Sin embargo, era de noche y la oscuridad lo envolvía todo.
Benito decidió que debía intentar comer una manzana, aunque eso significara hacerlo a ciegas. Con mucho cuidado, extendió sus zarpas hacia la rama más baja del árbol y tocó algo redondo y suave.
¡Era una manzana! Pero justo cuando estaba a punto de darle un mordisco, escuchó una risita desde lo alto del árbol. - ¡Ja ja! ¿Qué crees que estás haciendo? - dijo una pequeña ardilla traviesa llamada Lucas. - Estoy tratando de comer esta deliciosa manzana - respondió Benito con tristeza.
- Pero no puedes ver en la oscuridad, querido oso - dijo Lucas burlonamente -. Además, las manzanas están verdes aún. Tendrás que esperar hasta mañana para disfrutarlas. Benito se sintió desanimado pero decidió no rendirse tan fácilmente.
Sabía que había otras formas de lograr lo que quería. Al día siguiente, mientras todos los animales se preparaban para desayunar, Benito estaba decidido a encontrar una manera de obtener su ansiada manzana.
Se acercó a su amigo Luis, el búho sabio del bosque, y le explicó su problema. - ¡Oh, Benito! - exclamó Luis -. No te preocupes, tengo una idea. Ven conmigo. Luis llevó a Benito hasta un claro en el bosque donde había un estanque tranquilo.
Allí se encontraba reflejada la luna llena, iluminando todo a su alrededor. - Mira hacia abajo - dijo Luis -. El agua del estanque actúa como un espejo.
Si te inclinas sobre él y miras directamente hacia arriba, podrás ver las manzanas en el árbol. Benito hizo lo que le indicó el búho y quedó maravillado al ver cómo aparecían las manzanas brillantes en el reflejo de la luna.
Con mucho cuidado, extendió sus zarpas y logró alcanzar una de ellas. Justo cuando estaba por darle un mordisco a su ansiada manzana roja, escucharon una risa proveniente del otro lado del estanque. Era Lucas nuevamente.
- ¡Ja ja! ¿Crees que puedes engañarme dos veces? - dijo Lucas riendo a carcajadas -. Pero esta vez no podré detenerte porque has encontrado una manera ingeniosa de obtener tu manzana. Benito sonrió satisfecho y compartió la mitad de la manzana con su amiga ardilla traviesa.
Desde ese día en adelante, Benito aprendió que siempre hay soluciones creativas para los problemas que enfrentamos.
Y así fue como Benito se convirtió en el oso más astuto del bosque, enseñando a todos que con determinación y creatividad, podemos superar cualquier obstáculo que se nos presente. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.
FIN.