El Oso Mimoso y Lucía la Ardilla



Había una vez un oso mimoso llamado Oso Mimoso que vivía en un bosque lleno de árboles altos, flores coloridas y animales curiosos. Aunque su corazón era tan grande como su cuerpo, Oso Mimoso siempre se sentía solo, porque no tenía amigos. Todos los días pasaba junto al río, observando a los demás animales jugar y reírse, mientras él deseaba tener a alguien con quien compartir sus mimos.

Un día, mientras Oso Mimoso estaba sentado bajo su árbol favorito, escuchó una voz muy animada.

"¡Hola! ¿Quién está ahí?" - preguntó Oso Mimoso, intrigado.

"¡Soy yo, Lucía la Ardilla!" - respondió una pequeña ardilla de pelaje brillante y ojos chispeantes.

Oso Mimoso nunca había visto a Lucía antes. Era pequeña y rápida, llena de energía.

"¿Qué haces aquí tan sola?" - preguntó Oso Mimoso, en un tono preocupado.

"Vengo a recoger nueces para la cena, pero me gustaría jugar un rato antes. ¿Te gustaría jugar conmigo?" - dijo Lucía con una sonrisa.

Oso Mimoso nunca se había atrevido a pedir que jugaran juntos, así que se sorprendió, pero aceptó muy emocionado.

"¡Claro! ¿Qué quieres hacer?" - le preguntó.

Lucía comenzó a saltar y correr a su alrededor, llenando el aire con risas. Tras varios juegos, Oso Mimoso se dio cuenta de lo divertido que era jugar y ser feliz junto a alguien más.

Un día, mientras estaban jugando, Lucía le propuso una idea.

"Oye, Oso, ¿por qué no hacemos una fiesta para que todos los animales vengan? Así podrías conocer a más amigos" - sugirió Lucía emocionada.

Oso Mimoso dudó un momento.

"¿Crees que a los demás les gustaría venir a mi fiesta?" - preguntó, un poco inseguro.

"¡Por supuesto! Eres muy divertido, y todos querrán pasar un rato contigo" - le aseguró Lucía.

Así que comenzaron a planificar la fiesta. Oso Mimoso se encargó de hacer dulces de miel, mientras que Lucía se encargó de invitar a todos sus amigos. La noticia de la fiesta se esparció rápidamente por el bosque.

El día de la fiesta, Oso Mimoso estaba nervioso.

"¿Y si nadie viene?" - murmuró mientras preparaba el espacio.

Pero, para su sorpresa, los animales llegaron en manada. Conejos, zorros, pájaros y hasta el viejo búho se acercaron al claro donde Oso Mimoso había preparado todo.

"¡Hola, Oso!" - gritó un conejo "¿Listo para la fiesta?"

"¡Siii!" - respondió Oso Mimoso, lleno de alegría.

La fiesta fue un éxito. Todos bailaron, comieron y jugaron. Oso Mimoso se sintió más feliz que nunca.

Después de aquella experiencia, Oso Mimoso no fue solo más una vez. Lucía la Ardilla siempre estaba a su lado, y muchos otros animales también se convirtieron en amigos.

Sin embargo, al poco tiempo, un problema surgió. Un gran ventarrón se desató en el bosque una tarde, y todos los animales se asustaron. Lucía no sabía a dónde ir, y estaba buscando un lugar seguro.

"¡Oso, ¿dónde puedo esconderme? !" - gritó Lucía, aterrorizada.

"¡Ven! Podemos refugiarnos en mi cueva!" - respondió Oso Mimoso mientras la guiaba rápidamente hacia su hogar.

Los más pequeños se acurrucaban junto a Oso Mimoso mientras el viento aullaba afuera. Pronto, otros animales se unieron a ellos, buscando refugio.

"No se preocupen, aquí estamos seguros" - dijo Oso Mimoso con una voz reconfortante.

Cuando la tormenta pasó, todos agradecieron a Oso Mimoso por su valentía y hospitalidad.

"¡Eres un verdadero amigo, Oso!" - dijo uno de los conejos emocionado.

"Sí, gracias por cuidarnos en un momento así" - agregó Lucía.

A desde entonces, Oso Mimoso no solo era conocido por ser el más mimoso, sino también el más valiente y el mejor amigo que uno podría desear. Desde ese día, nunca más se sintió solo, y su cueva se convirtió en el lugar predilecto de los animales del bosque, donde todos podían reunirse a jugar y a disfrutar de grandes aventuras juntos.

Y así, Oso Mimoso y Lucía la Ardilla demostraron que la amistad es uno de los tesoros más grandes que se pueden encontrar, y que el valor y la bondad siempre traerán a más amigos.

FIN.

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