El Oso Panda que Quería Ser Aceptado



En un hermoso bosque de bambú vivía un pequeño oso panda llamado Pando. Pando era muy especial; tenía un suave pelaje blanco y negro, ojos brillantes y un corazón lleno de amor. Sin embargo, había un problema: era un poco más pequeño que los otros pandas del bosque y no podía trepar a los árboles tan bien como ellos.

Un día, Pando decidió unirse a un grupo de pandas que estaban jugando a las escondidas. Esperaba que al unirse a ellos, finalmente se sintiera parte del grupo.

- “¡Yay! ¡Voy a jugar con ustedes! ” – exclamó Pando con entusiasmo.

Pero cuando se acercó, los otros pandas comenzaron a reírse y le dijeron:

- “Lo siento, Pando. No puedes jugar con nosotros. No sabes trepar los árboles como nosotros.”

Pando se sintió muy triste y se alejó, mirando cómo sus amigos jugaban sin él. Sin embargo, en lugar de rendirse, decidió que se practicaría a trepar.

Los días pasaron y Pando pasaba horas intentando escalar un pequeño tronco. Una y otra vez caía, pero no se dio por vencido. Finalmente, con mucho esfuerzo, logró alcanzar el primer nivel del tronco.

- “¡Lo logré! ¡Ahora soy un poco más alto! ” – se dijo a sí mismo.

Animado por su pequeño triunfo, un día decidió intentar escalar un árbol más grande. Subió con mucho cuidado y, esta vez, a pesar de las dificultades, logró llegar a una rama baja. Allí se encontró con una panda llamada Flora, que lo miraba con asombro.

- “¡Hola! No te había visto antes. ¿Qué haces aquí? ” – preguntó Flora.

- “Estoy intentando jugar. Quiero unirme a los otros pandas, pero me rechazan porque no sé trepar bien.” – explicó Pando, sintiéndose un poco avergonzado.

- “No te preocupes, Pando. Te enseñaré a trepar. Todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales.” – dijo Flora sonriendo.

Pando se sintió aliviado. Con la ayuda de Flora, comenzó a trepar más alto y poco a poco ganaba más confianza. Nunca se sintió tan feliz como ahora.

Después de semanas de práctica y apoyo mutuo, Pando y Flora decidieron volver a unirse al juego con los demás pandas. Los otros pandas estaban sorprendidos al ver lo bien que Pando había mejorado.

- “¡Guau! ¡Pando ha aprendido a trepar! ” – dijo un panda llamado Tofu.

- “¡Sí! ¡Miren lo alto que puede llegar! ” – agregó Flora.

Los otros pandas quedaron impresionados, pero algo dentro de Pando aún se sentía nervioso. Al ver que los pandas lo miraban, dijo:

- “Gracias a Flora, he aprendido a trepar. Pero no quiero que piensen que solo juego por el árbol. Quiero ser su amigo porque me gusta jugar juntos.”

Los pandas se miraron, y luego Tofu dio un paso adelante y dijo:

- “Claro, Pando. Lo importante es que querés jugar con nosotros. Todos somos diferentes y a veces necesita ayuda. ¡Bienvenido al grupo! ”

Pando se sintió increíble. Ya no se sentía rechazado. Había encontrado a una amiga que lo apoyó y le enseñó que ser diferente estaba bien.

Desde ese día, Pando disfrutó de sus juegos con todos los pandas, sabiendo que aunque era diferente, eso lo hacía especial. Aprendió que con esfuerzo y buenos amigos, siempre podría encontrar su lugar en el mundo.

Y así, el bosque de bambú se llenó de risas y juegos, con Pando trepando felizmente junto a sus amigos, explorando la belleza de ser uno mismo y celebrar las diferencias que los hacen únicos. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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