El Oso Perezoso y el Fuego



Un día como cualquier otro, pensó Chaly, nuestro pequeño oso perezoso de no más de un año de vida. Cuando despertó, con mucha pereza se reacomodó sobre el regazo de su madre, comiendo un par de hojas en la seguridad de la copa de un árbol.

"Mamá, ¿podemos quedarnos aquí todo el día?" preguntó Chaly mientras disfrutaba de una sabrosa hoja de guanábana.

"Claro que sí, Chaly. Pero si no exploramos un poco, nunca conocerás el mundo más allá de este árbol," respondió su madre con una voz dulce.

Después de un rato, Chaly miró hacia abajo y vio un brillante destello en el suelo.

"¿Qué es eso, mamá?" inquirió, con curiosidad.

"Eso, pequeño, es el fuego," explicó su madre con seriedad. "Es algo fascinante pero muy peligroso. Aunque puede ser útil, también puede dañar nuestro hogar."

Chaly, intrigado, decidió acercarse un poco más. De un salto, se deslizó por la rama y comenzó a acercarse al fuego que había encendido un grupo de animales cercanos. Allí, vio a sus amigos: el loro Luis, la ardilla Sofía y el mapache Max.

"¡Hola, Chaly! ¡Mira lo que encontramos!" gritó Luis, volando hacia él.

El grupo estaba alrededor de un fuego pequeño, bien controlado, cocinando algunas castañas encontradas en el bosque.

"¿Es seguro?" preguntó Chaly, aún algo asustado por lo que su madre le había contado.

"Sí, Chaly. Siempre y cuando tengamos cuidado. Vamos, ven a probar una castaña," respondió Sofía con una sonrisa.

Chaly se acercó, pero un súbito viento hizo que las llamas revotaran, saltando un poco más alto.

"¡Cuidado!" gritó Max mientras todos retrocedían un paso.

"Miren, eso se ve peligroso," dijo Chaly con seriedad. "Debemos ser responsables."

"No te preocupes, Chaly. Siempre estamos atentos," explicó Luis, tratando de calmarlo. Sin embargo, Chaly pensaba en las palabras de su madre, y aunque sus amigos se divertían, él sentía que algo no estaba bien.

Entonces, con valentía, Chaly se acercó al grupo.

"¿Qué pasaría si el fuego se sale de control? Podría quemar nuestro árbol y lastimar a otros animales," dijo.

El grupo se quedó en silencio, reflexionando sobre su nuevo amigo.

"Tienes razón, Chaly," admitió Sofía. "Nunca consideramos eso."

Decidido a enseñarles a todos sobre la seguridad, Chaly propuso:

"¿Qué tal si apagamos el fuego y buscamos algo más seguro para comer?"

Los otros animales miraron a Chaly con respeto. No esperaban que él pensara en eso.

"Sí, Chaly, tú tienes mucha razón. Vamos a apagarlo," dijo Luis.

Juntos, quienes solían disfrutar del fuego, ahora se unieron y buscaron hojas húmedas y tierra para cubrir las llamas. Pronto, el fuego se extinguió, y todos respiraron aliviados.

"Gracias, Chaly. Salvaste nuestro hogar," dijo Max, sinceramente.

"Sí, Chaly, a veces es bueno ser un poquito más cauteloso," agregó Sofía.

"Y ahora, ¿qué les parece si buscamos algunas frutas en el bosque? ¡Es mucho más seguro!" sugirió Chaly con entusiasmo.

Así, el grupo de amigos se aventuró juntos a buscar frutas y aprender más sobre su hogar en el bosque, todos agradeciendo a Chaly por su valentía y pensamiento.

Desde aquel día, siempre recordaron cuidar del fuego y, sobre todo, se ayudaban mutuamente a ser responsables en sus aventuras, aprendiendo que, aunque el mundo puede ser divertido, también es importante actuar con cuidado y respeto por su entorno.

Y así, el pequeño oso perezoso no solo aprendió sobre el fuego, sino también sobre la importancia de la amistad y la responsabilidad.

FIN.

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