El Oso que Conoció un Maravilloso Lugar para Vivir
En un frondoso bosque, vivía un oso llamado Bruno. Era un oso curioso y soñador que siempre miraba las estrellas y se preguntaba qué habrá más allá de su hogar. Un día, Bruno decidió aventurarse más allá de su zona habitual.
"Voy a descubrir qué hay en el mundo", se dijo a sí mismo.
Camino poco a poco, disfrutando del canto de los pájaros y del murmullo del río. Después de un rato, se encontró con un viejo búho llamado Don Julián, quien lo observaba con atención.
"¿Adónde vas, pequeño oso?" -preguntó Don Julián con voz pausada.
"Voy en busca de un lugar maravilloso para vivir", contestó Bruno.
"Ah, hay un lugar mágico no muy lejos de aquí, pero debes ser valiente y perseverante", advirtió el búho.
Emocionado, Bruno siguió el camino que le indicó Don Julián. Mientras avanzaba, conoció a otros animales que también estaban en busca de su lugar especial. Una ardilla llamada Lila, un ciervo llamado Tito y una tortuga llamada Clara se unieron en su aventura. Juntos, formaron un grupito alegre que se ayudaba mutuamente.
Después de varias horas de caminata, llegaron a un gran río caudaloso. No había forma de cruzarlo. Todos se sintieron desanimados.
"¡No podemos quedarnos aquí!" -exclamó Bruno.
"¿Y si buscamos un puente?" -sugirió Lila, mirando a su alrededor.
Luego de buscar, encontraron un tronco caído que cruzaba el río.
"¡Eso servirá!" -gritó Clara, llena de energía. Todos juntos se animaron y cruzaron el tronco, sintiéndose como verdaderos héroes.
Tan pronto llegaron al otro lado, se dieron cuenta de que el paisaje había cambiado. Había flores de colores brillantes, árboles frutales cargados de deliciosas frutas y una suave brisa que traía el aroma a miel.
"¡Este es el lugar!" -gritó Bruno, saltando de felicidad.
Sin embargo, al explorar el nuevo lugar, encontraron que estaba habitado por otros animales que no eran tan amables. Un gran lobo gris se acercó a ellos, mostrando los colmillos afilados.
"¿Qué hacen aquí, osos y demás? Este es mi territorio, y tendrán que irse" -rugió el lobo con voz fuerte.
Los amigos de Bruno se asustaron, pero Bruno decidió ser valiente.
"No queremos pelear, solo buscábamos un lugar donde vivir. No queremos molestar a nadie" -respondió Bruno con voz firme.
El lobo frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir algo, Clara la tortuga habló.
"Quizás podamos hacer un trato. Podríamos compartir este lugar y ayudarnos mutuamente".
El lobo se sorprendió por la propuesta y se quedó pensativo.
"¿Compartir? Pero siempre he vivido aquí solo" -murmuró el lobo, dubitativo.
"¡Claro! Todos podemos beneficiarnos. Si nos das un poco de espacio, nosotros te traeremos comida de la selva cada semana", propuso Tito el ciervo, entusiasmado.
El lobo, aún desconfiado, aceptó la propuesta, aunque decidió poner a prueba a Bruno y su grupo.
"Está bien, pero si me traen algo delicioso en la próxima semana, tal vez acepte que vivan aquí".
Los amigos se pusieron en marcha, decididos a conseguir una buena comida para el lobo. Encontraron bayas, nueces y hasta algo de miel, y con mucho esfuerzo, llevaron toda la comida al lobo.
"¡Vaya! Esto sí que se ve delicioso," comentó el lobo mientras disfrutaba de la comida.
Desde ese día, Bruno, Lila, Tito y Clara lograron ganarse la confianza del lobo. Con el tiempo, descubrieron que el lobo no era un animal malo, solo era solitario y había tenido malas experiencias en el pasado. Al final, se hicieron amigos y lograron vivir en armonía en ese maravilloso lugar.
"No solo encontramos un lugar para vivir, sino también amigos", reflexionó Bruno mirando a su alrededor.
Desde entonces, cada tarde, el grupo se reunía a contar historias y disfrutar del mágico lugar que habían descubierto, aprendiendo que con valentía, comprensión y trabajo en equipo, a veces se puede transformar hasta la situación más complicada en una oportunidad de alegría y amistad.
FIN.