El Oso que Quería Amigos



Había una vez, en un bosque lleno de árboles altos y flores de mil colores, un oso llamado Oscar. Oscar era un oso grande y animal, con un corazón aún más grande. A pesar de ser amistoso y siempre tener una sonrisa en su rostro, todos los animales del bosque le temían. Creían que, por su tamaño, podría hacerles daño, aunque Oscar solo quería jugar y compartir momentos felices con ellos.

Un día, mientras paseaba cerca de un arroyo, Oscar escuchó una risa. Se asomó y vio a Rufi, una diminuta rata, y a Conejita, un ágil conejito, saltando de alegría.

- “¿Por qué no jugás con nosotras, Oscar? ” - dijo Rufi, mientras se cubría con una hoja.

- “Es que somos amigas, y vos sos muy grande” - contestó Conejita, moviendo sus orejitas.

Oscar sintió que su corazón se encogía al escuchar esas palabras. Pero no se dio por vencido.

- “¡Proveamos algo! ¡Voy a hacer una fiesta en el bosque! ” - anunció Oscar entusiasmado. - “Así podrán conocerme mejor y ver que no soy peligroso.”

Rufi y Conejita se miraron, dudosas. ¿Sería una buena idea ir a una fiesta con un oso? Pero decidieron darle una oportunidad.

La siguiente semana, Oscar preparó todo: decoró un rincón del bosque con flores, trajo frutas frescas de su despensa y hasta hizo galletas de miel. El día de la fiesta llegó, y con él, todo el bosque se llenó de magia. Pero, a medida que el sol comenzaba a ponerse, tan solo dos animales asistieron: Rufi y Conejita.

- “¿Dónde están los demás? ” - preguntó Oscar, tratando de ocultar su decepción.

De repente, un perro llamado Toby, que solía ser el guardián del bosque, se acercó.

- “Hola, Oscar. Vi luces y escuché risas. ¿Puedo quedarme un rato? ” - dijo Toby, moviendo la cola.

- “¡Por supuesto, Toby! ” - dijo Oscar emocionado. Así, la fiesta comenzó, y los tres se divirtieron cantando, jugando y compartiendo las galletas de miel. Oscar se sintió feliz, pero no podía dejar de pensar en los otros animales que no se habían atrevido a venir.

Más tarde, mientras disfrutaban de una última ronda de frutas, Oscar propuso:

- “¡Vamos a hacer una competencia de saltos! ¡Conejita, vos sos la mejor saltadora! ”

Conejita, emocionada, empezó a brincar. Rufi se unió y, de repente, ¡Toby se animó también! El perro había tomado confianza y ya no le temía al oso. Todos reían a carcajadas, haciendo eco en todo el bosque.

Al día siguiente, Oscar decidió recorrer el bosque para invitar a más animales. Encontró a una familia de ciervos, a un grupo de pájaros y hasta a la tortuga Tula, que se movía lentamente.

- “¡Hola, amigos! Estoy organizando una fiesta. ¡Los invito a todos! ” - dijo Oscar, siempre sonriendo.

Los animales se miraron entre sí.

- “¿No tenés miedo de que te lastimemos? ” - preguntó uno de los ciervos.

- “¡Claro que no! ¡Sólo quiero hacer nuevos amigos! ” - respondió Oscar con sinceridad.

Poco a poco, algunos animales comenzaron a acercarse y decidieron unirse a la fiesta. Cada vez más animales iban llegando, llenando el bosque de risas y alegría. Al caer la tarde, ya no solo estaban Rufi, Conejita y Toby, sino muchos otros amigos: los ciervos, los pájaros, incluso Tula, la tortuga, que había avanzado un poco más rápido para no perderse la diversión.

Al final del día, Oscar se sentó rodeado de sus nuevos amigos, con una sonrisa que iluminaba su enorme rostro animal.

- “Nunca imaginé que podría tener tantos amigos. Gracias por darme una oportunidad, amigos.”

Con el tiempo, el oso se convirtió en un ser querido por todos los habitantes del bosque. Y así, Oscar, Rufi, Conejita y Toby vivieron muchas aventuras juntos, compartiendo risas y enseñando que no hay que juzgar a los demás por su apariencia.

Y así, en un bosque donde antes había temor, ahora reinaba la amistad. Todo gracias a un oso que solo quería ser amigo.

FIN.

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