El oso solitario y sus nuevos amigos
En un hermoso bosque lleno de colores y sonidos, residía un oso llamado Bruno. Bruno era un gran oso animal de color marrón, con un corazón tan grande como su tamaño. Sin embargo, había un problema: había vivido solo durante mucho tiempo porque todos los demás animales del bosque le temían. Se le veía de lejos y la gente murmuraba sobre su gran tamaño.
Un día, Bruno decidió que ya era hora de hacer amigos, así que se armó de valor y salió a buscar a otros animales. Al poco rato, escuchó un pequeño chirrido detrás de un arbusto. Era Rati, la rata.
"Hola, Rati", dijo Bruno con su voz profunda, pero amable.
"¡Ahhh!", gritó Rati, "¡es un oso! ¡Voy a perder mi colita!" Y salió corriendo a esconderse.
Bruno se sintió apenado. Tal vez había sido muy brusco. Entonces siguió su camino y se encontró con un conejo llamado Rocco.
"¡Hola Rocco!" saludó el oso.
"¡Un oso! ¡No, gracias!" respondió Rocco temblando de miedo, mientras se escondía detrás de un tronco.
Bruno suspiró. ``Esto es más difícil de lo que pensé´´, pensó. Finalmente, avanzó y se encontró con un perro llamado Toby, que estaba jugando con una pelota.
"Hola, Toby" dijo Bruno tratando de sonar lo más amigable posible.
"¡Un oso! ¡Ay, no! ¡Es el fin!", exclamó Toby, y salió corriendo hacia los árboles.
A Bruno le costaba entender por qué todos le temían, así que decidió ir a un claro del bosque para pensar en cómo ganar su confianza. En el claro, se dio cuenta de que había un grupo de animales asustados que observaban desde lejos.
Bruno se quedó parado, sintiéndose triste y solo, hasta que tuvo una idea.
"¡Voy a hacer algo especial para ellos!" pensó. Así que comenzó a recolectar algunas frutas y a hacer una gran ensalada de bayas frescas.
Con esfuerzo, llevó sus deliciosas creaciones hasta el claro y puso todo en un gran tronco. Luego, frente a los ojos curiosos de los demás animales, comenzó a comer.
"Mmm, ¡deliciosas!" exclamó Bruno, haciendo sonidos de satisfacción.
Los curiosos animales comenzaron a acercarse, olfateando el aire. Rocco, que era muy curioso, se atrevió a asomarse detrás de un arbusto.
"¿Eso es comida?" preguntó, con un poco de miedo pero también hambre.
"Sí, ¡vengan! Todos son bienvenidos a comer. No quiero asustarlos, solo quiero compartir algo rico con ustedes!"
Al escuchar a Bruno, Rati se asomó también, llena de dudas.
"¿Seguro que no nos vas a comer?" preguntó tímidamente.
- “¡No, para nada! Solo busco amigos”, respondió Bruno, sonriendo.
Con un poquito más de confianza, los animales se acercaron cautelosamente y comenzaron a probar la ensalada de bayas. Pronto, empezaron a hablar entre ellos.
"¡Está riquísima!" dijo Toby, mientras daba un gran bocado.
"Sí, no sabía que los osos podían ser tan amables" agregó Rocco.
"Voy a volver a comer con vos, Bruno!" exclamó Rati.
Así comenzó una nueva amistad. Los días pasaban y los cuatro se hacían inseparables. Todos los animales del bosque aprendieron que no hay que juzgar a otros por su apariencia, porque dentro de cada uno puede haber un gran corazón.
Finalmente, Bruno ya no se sentía solo y había encontrado amigos que lo aceptaban como era.
"Gracias, amigos", dijo Bruno una tarde mientras disfrutaban del sol, "por darme una chance."
"¡Siempre!" respondieron, todos riendo juntos.
Y así, todos ellos aprendieron que no importa la apariencia, lo que cuenta es quién eres en tu interior.
Desde ese día, nunca dejaron de ser amigos, y Bruno ya no era un oso solitario en el bosque, sino el oso más querido por todos sus amigos.
Fin.
FIN.