El Oso Valiente y la Araña Amistosa



En un hermoso bosque, lleno de árboles altos y flores de mil colores, vivía un oso llamado Bruno. Bruno era un oso fuerte, con un pelaje marrón brillante, pero había algo que le daba mucho miedo: ¡las arañas! Cada vez que veía una, Bruno temblaba y corría en sentido contrario, gritando:

- ¡Ay, araña! ¡No quiero verte aquí!

Los animales del bosque se reían de Bruno y le decían que no debiera tenerle miedo a tan pequeños bichos.

- ¡Oso, no deberías temer a algo tan chiquito! - le decía su amiga la ardilla, Lila, moviendo su colita.

- Sí, Bruno, son más asustadizas que tú! - añadía el conejo, Tito, riendo entre dientes.

Pero nada podía convencer a Bruno. Un día, mientras paseaba por el bosque, sintió un escalofrío al ver una telaraña brillante entre dos ramas.

- ¡No, no, no! - musitó asustado.

Pero lo que no sabía Bruno era que dentro de esa telaraña había una araña llamada Ana, que era muy amable y vivía en armonía con todos los demás animales. Ana, al ver la reacción de Bruno, decidió hablarle:

- Hola, Bruno. No tienes por qué tener miedo de mí. Soy Ana, y no te quiero hacer daño.

Bruno, completamente sorprendido, casi no podía creer que una araña estuviera hablando.

- ¡Tú hablas! - exclamó con los ojos como platos. - ¡No esperaba eso!

- Claro que sí. Todos en este bosque tienen algo que contar. - respondió Ana con una sonrisa.

A medida que pasaban los días, Bruno decidió acercarse a Ana en lugar de correr. Un día, se sentó en una roca cerca de su telaraña y comenzó a charlar.

- Ana, ¿por qué te gustan tanto las telarañas? - preguntó Bruno, curioso.

- Me encantan porque son arte. Puedo hacer cosas hermosas y ayudar a mantener el bosque limpio comiendo insectos. - explicó Ana, moviendo sus patas con gracia.

Bruno nunca había pensado que las telarañas pudieran ser algo bonito. Al ver el trabajo de Ana, empezó a sentirse un poco mejor. Con el tiempo, formaron una buena amistad, y cada tarde, Bruno iba a charlar con Ana y a observar cómo tejía sus maravillas.

Un día, mientras jugaban, Ana le contó a Bruno sobre un gran peligro que se acercaba al bosque: un fuerte viento que podría derribar árboles y alterar la paz del lugar.

- Bruno, tenemos que avisar a los demás animales y prepararlos. - dijo Ana, con un aire preocupado.

- ¿Qué puedo hacer yo? - preguntó Bruno, asustado nuevamente.

- Puedes ayudarnos a organizar a todos. Tu voz es fuerte y muchos te escuchan. - le respondió Ana, mirando con confianza a su amigo.

A pesar de su miedo a las arañas, Bruno decidió ser valiente y ayudar. Empezó a reunir a todos los animales del bosque, y en lugar de correr, se puso a hablarles.

- ¡Amigos! ¡Hay que prepararnos! Un viento fuerte se aproxima y necesitamos estar listos. - gritó Bruno con toda su fuerza.

Los animales se sorprendieron al escuchar al oso hablando de forma tan decidida. Juntos, como un verdadero equipo, empezaron a reunir hojas, ramas y todo lo que podrían usar para protegerse del viento.

Cuando el viento llegó, fue poderoso, pero gracias a la valentía de Bruno y el ingenio de Ana, lograron crear refugios improvisados. Todos los animales se unieron y se cuidaron entre sí.

Cuando la tormenta pasó y el sol brilló nuevamente, todos celebraron, agradeciendo a Bruno por su gran contribución.

- ¡Gracias, Bruno! ¡Eres un verdadero héroe! - le aplaudieron Lila y Tito.

- Y yo no hubiera podido hacerlo sin ti, Ana. - dijo Bruno, sonriendo.

Desde ese día, Bruno aprendió que su miedo a las arañas no debía controlarlo, y que la amistad entre ellos era más fuerte que cualquier temor.

- De hecho, ¡las arañas son geniales! - exclamó Bruno un día mientras se reía con Ana.

Y así, Bruno, el oso que temía a las arañas, se convirtió en un símbolo de valentía en el bosque. Cada vez que veía una araña, sonreía, recordando que la verdadera fuerza está en la amistad y la unión. Y así, todos vivieron felices, aprendiendo unos de otros cada día.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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