El oso y las brujas cantadoras
Era una vez un osito llamado Bruno que vivía en un hermoso bosque lleno de árboles frondosos y flores de todos los colores. Pero lo que hacía a ese bosque realmente especial eran las brujas cantadoras. Cada noche, al caer el sol, el aire se llenaba de melodías mágicas que resonaban entre los árboles. Las brujas, a pesar de tener fama de ser criaturas temidas, eran conocidas por ser bondadosas y por el poder de su canto, que podía hacer florecer las plantas y atraer a los animales del bosque.
Un día, mientras Bruno paseaba por el bosque, escuchó una hermosa canción que nunca había oído antes. La sinfonía lo llevó a un claro donde encontró a las brujas, rodeadas de luciérnagas que danzaban al ritmo de su canto.
"Hola, pequeño osito. ¿Qué te trae por aquí?" - preguntó la bruja más anciana, con una sonrisa suave.
"¡Hola! Escuché su hermosa música y no pude resistir venir a ver de dónde venía. Soy Bruno, el osito del bosque" - respondió el pequeño, con sus ojos brillando de emoción.
Las brujas sonrieron y le invitaron a unirse a ellas. Así, cada noche, Bruno se sentaba con las brujas y aprendía las canciones. Pero un día, al alcanzar una nota muy alta en una de las canciones, las brujas comenzaron a reírse divertidas.
"Bruno, ¡eres un gran cantor! Pero recuerda que la armonía está en el equilibrio" - dijo una de ellas.
Al principio, Bruno no entendió. Se sintió triste y decidió que no podía volver a cantar. Las brujas notaron su ausencia y se reunieron para hablar.
"No podemos dejar que nuestro amigo se sienta así. ¿Qué podemos hacer?" - preguntó la bruja de la noche estrellada.
"Hagamos un concurso de canto. Tal vez la oportunidad lo motive a regresar" - sugirió la bruja del viento.
Así fue como las brujas organizaron un gran evento en el bosque donde animales de todas partes vendrían a cantar. Cuando Bruno se enteró del concurso, sintió que era su oportunidad de demostrar que podía volver a cantar. Practicó todos los días, escuchando atentamente cada nota.
El día del concurso llegó y el bosque estaba lleno de ruidos alegres. Cuando llegó su turno, Bruno estaba nervioso, pero también emocionado. Abrió su boca y comenzó a cantar. Su voz, aunque un poco temerosa al principio, se volvió fuerte y clara, resonando en todo el bosque.
Cuando terminó, un profundo silencio se apoderó del lugar, seguido por un estruendo de aplausos y vítores. Las brujas y todos los animales del bosque estaban emocionados.
"¡Bravo, Bruno! ¡Esa fue una interpretación maravillosa!" - exclamaron las brujas.
Bruno sonrió de oreja a oreja y se dio cuenta de que no tenía que ser perfecto. Solo necesitaba disfrutar de lo que hacía. Desde ese día, Bruno siguió cantando con las brujas y aprendió que lo más importante es disfrutar y compartir lo que uno ama.
Y así, Bruno se convirtió en el gran cantante del bosque, no por ser el mejor, sino por su amor a la música y su valentía para seguir intentando. Desde aquel día, cada noche, el bosque resonaba con las dulces melodías del osito y las alegres brujas, convirtiéndose en un lugar donde la amistad y la creatividad florecían.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.