El Pactito del Dulce Compás



Había una vez un pequeño pueblo llamado Sonridental, donde todos sus habitantes compartían una gran pasión: la música. Los niños cantaban mientras corrían por las calles, los adultos tocaban instrumentos en las plazas y todos disfrutaban de los melodiosos ecos que resonaban en el aire.

Pero en el corazón del bosque que rodeaba a Sonridental, existía un monstruo llamado Rufus, que era un demonio de la tristeza. Rufus tenía un gran poder sobre las emociones y, con un solo toque, podía convertir la alegría en llanto. Siempre andaba buscando a aquellos que eran felices y los acechaba desde las sombras, intentando robarles su felicidad.

Un día, un niño llamado Juanito decidió aventurarse en el bosque en busca de nuevos ritmos para compartir con sus amigos. Mientras caminaba, de repente, escuchó un sonido extraño. Era como un eco de llantos mezclados con ruidos de instrumentos desafinados. Juanito, curioso y valiente, se adentró más en el bosque, hasta que finalmente encontró a Rufus.

Rufus era un demonio enorme, de piel gris y cuernos retorcidos, que estaba atrapado en un viejo árbol.

"¡Ay, por favor, ayúdame!" –gritó Rufus–. "Estoy atrapado aquí y no puedo salir. Si me ayudas, te prometo un deseo".

Juanito, sorprendido, se acercó al árbol. "¿Qué tipo de deseo?"

-."¡No importa! Solo sálvame y te concederé lo que quieras."

Juanito pensó un momento. La idea de un deseo resultaba tentadora, pero había algo en la mirada de Rufus que no le hacía confiar del todo. Así que decidió ser cauteloso. "Primero necesito saber por qué haces llorar a los demás. ¿Por qué querrías hacerme un deseo si solo traes tristeza?".

Rufus suspiró –"Siempre he sido así. La tristeza es todo lo que conozco. Pero si me ayudas, puedo aprender a ser feliz y dejar de asustar a la gente".

Con una mezcla de desconfianza y compasión, Juanito le preguntó –"¿Cómo podemos hacer eso?".

"Ayúdame a salir de este árbol y te prometo que lo intentaré" –respondió Rufus, llena de desesperación.

Juanito, decidido a ayudar, se puso a trabajar. Usó todas sus fuerzas para empujar el tronco del árbol. Con cada esfuerzo, la tristeza que parecía envolver a Rufus comenzaba a disiparse un poco, y en su lugar, una leve burbuja de alegría empezaba a formarse.

Finalmente, con un gran grito, el árbol crujió y Rufus pudo liberarse. Pero al salir, lo que el demonio nunca esperó fue que el bosque se llenara con la música alegre de Juanito. Pronto ambos comenzaron a bailar al compás de la melodía que invadía el aire.

Rufus sorprendido –"¿Qué es esto? ¿Por qué me siento... más ligero?".

"Porque estás sintiendo la música, Rufus. La música alegra los corazones y llena de armonía. Si deseas, puedes seguir sintiendo esto".

A partir de ese día, Rufus comenzó a asistir a las fiestas en Sonridental, donde aprendió a tocar instrumentos y a compartir su risa con los demás. El demonio de la tristeza se convirtió en el espíritu de la música, llenando de melodía los corazones de todos.

"¿Ves lo que lograste? No es necesario ser oscuro para ser poderoso" –le dijo Juanito a Rufus mientras tocaban juntos.

Desde entonces, Rufus ayudó a los habitantes de Sonridental a superar sus tristezas, siempre recordando que la felicidad se puede encontrar en cualquier lugar, especialmente cuando acompaña la buena música. Juanito y Rufus se volvieron amigos inseparables y juntos hicieron un pacto: siempre permitir que la música y la alegría triunfaran sobre la tristeza.

Y así, el pequeño pueblo no solo conservó su amor por la música, sino que también enseñó que a veces, los seres más inesperados pueden aprender a ser felices y a compartir esa felicidad con el mundo.

Así fue como el demonio se convirtió en el alma del pueblo, y cada vez que escuchaban un acorde, recordaban que dentro de cada uno, incluso los que parecen tristes, existe la posibilidad de brillar con luz propia.

FIN.

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