El País de Araceli



En un rincón escondido del mundo, había un lugar mágico llamado el País de Araceli. Este país era conocido por su música, que resonaba en cada esquina, en cada árbol y hasta en el viento. En Araceli, cada habitante tenía un instrumento musical especial que representaba su talento y personalidad. Las calles estaban llenas de melodías y ritmos que alegraban el ambiente.

Un día, una pequeña niña llamada Lila decidió adentrarse en el bosque que rodeaba su hogar en el País de Araceli. Lila quería encontrar la fuente de la música que siempre resonaba en su corazón. Tenía un instrumento maravilloso, un ukelele que su abuela le había regalado, y soñaba con tocar una melodía que hiciera bailar a todos en su pueblo.

Mientras caminaba, Lila escuchó un sonido extraño, similar a un tambor, pero más suave. Siguiendo la melodía, se encontró con un pequeño zorro, llamado Rocco.

"Hola, Lila. ¿Qué te trae por aquí?" - preguntó Rocco, moviendo su cola con alegría.

"Busco la fuente de la música que siempre escucho. Quiero tocar y hacer bailar a todos en el pueblo." - respondió Lila con entusiasmo.

Rocco sonrió y dijo:

"¡Entonces ven! Te llevaré a ver algo extraordinario."

Lila y Rocco partieron juntos hacia el corazón del bosque, donde descubrieron un claro mágico. En el centro del claro había un gran árbol con hojas que vibraban y producían música cuando el viento soplaba. Era la fuente de toda la música en el País de Araceli.

"¡Increíble!" - exclamó Lila.

"Pero hay un problema, y por eso la música se ha vuelto triste. Una sombra misteriosa aparece cada noche y silencia la melodía del árbol. Debemos encontrar una manera de ayudarlo." - explicó Rocco con seriedad.

Lila, decidida a ayudar, decidió que debía hacer una gran canción, algo que pudiera desafiar a la sombra. Junto a Rocco, empezaron a recopilar sonidos de la naturaleza: el murmullo del río, el canto de los pájaros y el suave susurro del viento.

"¡Esto es perfecto!" - dijo Lila mientras acomodaba los sonidos en su ukelele. "Pero necesitamos más. Vamos a pedir ayuda a los demás habitantes del bosque."

Juntos, fueron a buscar a sus amigos, como la sabia lechuza Pipa, el alegre conejo Tito y la tierna tortuga Tina. Cada uno aportó su talento: Pipa con su canto, Tito con sus saltos rítmicos y Tina con sus suaves melodías de caparazón.

"¡Vamos a crear una canción que despierte al árbol!" - exclamó Lila, llena de emoción.

La noche llegó y, cuando la sombra apareció, Lila y sus amigos comenzaron a tocar y cantar con toda su energía. La melodía llenó el aire, resonando en el claro. La sombra, al escuchar la música, se sintió atraída y se acercó.

"¿Qué es esto?" - murmuró la sombra, confundida.

"Estamos devolviendo al árbol su música. No tienes que silenciar su melodía. ¡Únete a nosotros!" - gritó Lila.

La sombra dudó un momento, pero al ver la alegría en los rostros de los niños y los animales, finalmente se dejó llevar por el ritmo. Con cada nota, la sombra se transformó en un colorido espectro que danzaba entre ellos. La música llenó el bosque, el árbol volvió a brillar y su música resonó más fuerte que nunca.

Tras la mágica noche, el árbol sonrió feliz y agradeció a Lila y sus amigos por devolverle su melodía. Desde entonces, la música nunca volvió a ser triste en el País de Araceli.

Lila, Rocco y todos los habitantes del bosque continuaron creando melodías juntos, recordando que la música es para compartir y que, incluso en las sombras, pueden encontrarse colores brillantes y nuevas armonías.

Y así, el País de Araceli siguió siendo un lugar de alegría y melodías, donde cada día se celebraba la música, la amistad y la magia de la unión.

FIN.

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