El País de los Animales Cantores



En un rincón escondido del mundo, había un país mágico llamado Melodilandia. En este singular lugar, no solo los árboles susurraban al viento, sino que los animales hablaban, cantaban y bailaban. En Melodilandia, la lluvia era un fenómeno especial; cuando caía, en lugar de agua, iluminados por la luz dorada del sol, llovían dulces y rosas de todos los colores imaginables.

Un día soleado, la pequeña conejita Lila decidió invitar a sus amigos a una gran fiesta en el bosque. "¡Todos están invitados! Habrá música, juegos y, por supuesto, dulces llovidos"-, exclamó llena de emoción. Todos los animales empezaron a prepararse para el gran evento. El loro Paco, con su voz melodiosa, ofreció su talento para cantar. "¡Voy a preparar la canción más hermosa!"-, aseguró con entusiasmo.

Mientras tanto, la tortuga Tina, aunque un poco lenta, se encargó de hacer cupcakes de chocolate para el gran festín. "Con un poco de paciencia, ¡haré los mejores cupcakes!"-, dijo mientras mezclaba los ingredientes. Todos sabían que la tortuga era muy buena en la repostería, así que les gustaba contar con ella.

El día de la fiesta llegó y todos se reunieron en el claro más grande del bosque. El sol brillaba y el aire estaba impregnado con el dulce aroma de las galletas y los cupcakes de Tina. Mientras esperaban a que comenzara la lluvia de dulces, los animales comenzaron a cantar y a bailar al son de la música de Paco.

De repente, el cielo se oscureció y un suave viento comenzó a soplar. "¡Miren el cielo! ¡Se vienen las lluvias de dulces!"-, gritó el zorro Fito, lleno de alegría.

Y así fue, de a poco, comenzaron a caer rosas de colores brillantes y dulces de todas formas y sabores. "¡Es la mejor fiesta de todas!"-, gritó Lila mientras atrapaba en su patita un caramelo de frutas.

Sin embargo, mientras disfrutaban de la fiesta, una nube oscura apareció de la nada, llevándose consigo la alegría del lugar. Al principio, los animales pensaron que era solo un mal momento, pero pronto se dieron cuenta de que la nube oscura no era natural.

"Siento que esa nube tiene algo que ver con la tristeza del bosque"-, comentó la sabia lechuza Toñita. "Creo que hay que hacer algo, no podemos dejar que Melodilandia pierda su alegría"-, propuso la conejita Lila.

"Yo puedo volar hasta la nube y cantarle una canción para ahuyentarla"-, sugirió Paco con coraje. "Pero no será suficiente. Necesitamos unir nuestras voces y corazones"-, añadió Lila.

Los animales entienden la importancia de la unión y así, todos comenzaron a cantar con todas sus fuerzas. La tortuga Tina empezó a cantar con su voz suave, luego el zorro Fito y cada uno se unía hasta formar un gran coro.

La canción se elevaba hasta alcanzar la nube oscura, llenándola de colores, risas y esa alegría que caracteriza a Melodilandia. La nube empezó a temblar, y de repente, comenzó a desmoronarse. En un mágico giro, la tristeza se convirtió en una hermosa lluvia de sonrisas y dulces que volvieron a caer sobre el bosque, transformando la nube oscura en un brillante arcoíris. "¡Lo logramos!"-, gritó Lila, saltando de felicidad.

Desde ese día, los animales de Melodilandia aprendieron que incluso en los momentos más oscuros, la amistad y la unidad son la clave para encontrar la luz. Y así, continuaron viviendo alegres, compartiendo dulces y rosas cada vez que llovía, cantando juntos para siempre en armonía.

FIN.

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