El pajarito de Villa Feliz
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una familia muy especial compuesta por papá León, mamá Luna y sus tres hijos: Sol, Estrella y Nube.
Vivían en una casita colorida rodeada de árboles frutales y flores de todos los colores. Un día, mientras la familia disfrutaba de un picnic en el jardín, llegó volando un pajarito herido. Tenía el ala lastimada y no podía volar.
Los niños se acercaron con curiosidad mientras los padres intentaban calmar al pajarito. "¡Pobrecito! ¿Qué le habrá pasado?", dijo Nube con tristeza. "Creo que lo mejor será cuidarlo hasta que se recupere", sugirió mamá Luna con ternura. Así fue como la familia decidió cuidar al pajarito juntos.
Sol se encargaba de buscarle gusanitos para comer, Estrella le hacía compañía cantándole canciones suaves y Nube le construyó un pequeño nido en una caja para que descansara cómodo.
Los días pasaban y el pajarito poco a poco empezaba a recuperarse gracias a los cuidados de la familia.
Una tarde, cuando finalmente pudo volar nuevamente, el pajarito se posó en el hombro de cada uno de los miembros de la familia como agradecimiento antes de emprender su vuelo hacia el cielo. "¡Gracias por cuidarme! Nunca olvidaré su bondad", trinó el pajarito emocionado antes de desaparecer entre las nubes. La familia se abrazó emocionada por haber ayudado al pequeño ser alado.
Fue entonces cuando comprendieron más que nunca la importancia de estar unidos y apoyarse mutuamente en todo momento. Días después, papá León propuso hacer algo especial para celebrar su unión como familia.
Decidieron plantar juntos un árbol en el jardín como símbolo de crecimiento, fortaleza y amor compartido. Mientras trabajaban juntos cavando un hoyo para plantar el árbol, recordaron todas las aventuras vividas juntos y cómo siempre encontraban fuerzas los unos en los otros ante cualquier dificultad.
Al terminar de plantar el árbol, se abrazaron fuerte mirando con orgullo su obra familiar. El sol comenzaba a ponerse tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados mientras una brisa fresca acariciaba sus rostros felices.
"¡Somos una gran familia! ¡Siempre estaremos juntos pase lo que pase!", exclamó Estrella con alegría. "Así es, queridos hijos. La unión hace la fuerza y juntos podemos superarlo todo", agregó papá León con voz emocionada.
Y así, entre risas y complicidad familiar, terminaron ese día lleno de amor incondicional sabiendo que tenían algo muy valioso: estar siempre allí unos para otros sin importar qué desafíos les depare la vida. Porque entendieron que la verdadera riqueza está en compartir momentos especiales junto a quienes más amamos: nuestra querida familia.
FIN.