El Pajarito Determinado



Había una vez un pajarito llamado Tico, que vivía en un hermoso bosque lleno de árboles altos y verdes. Aunque Tico era un pájaro colorido y simpático, había un problema: ¡no podía volar! Sus amigos, las mariposas y los pájaros, siempre estaban en el aire, jugando y cantando mientras volaban de un árbol a otro.

Un día, Tico decidió que era hora de aprender a volar. Con mucha emoción, se acercó a sus amigos.

"¡Chicos, hoy voy a aprender a volar!"

exclamó Tico con entusiasmo.

"¡Sí, Tico! ¡Nosotros te ayudaremos!"

respondieron las mariposas animadas.

Tico subió a la rama más baja del árbol y se preparó. Miró hacia el cielo azul y, decididamente, saltó. Pero en vez de volar, cayó al suelo con un suave —"plop" .

"Ay, ¿por qué no puedo volar?"

se quejó Tico, sintiéndose frustrado.

"No te desanimes, Tico. A veces no sale bien a la primera. ¡Intenta de nuevo!"

apuntó una de las mariposas.

Tico, decidido a intentarlo otra vez, volvió a subir a la rama. Esta vez, se tomó un momento para respirar hondo y cerró los ojos.

"¡Voy a volar!"

gritó. Pero de nuevo, saltó y solo logró caer sobre una hoja.

"Esto es inútil"

murmuró Tico, sintiéndose derrotado.

Mientras pensaba en abandonar, vio a su amigo Pipo, un pequeño sapo que le miraba con curiosidad.

"¿Qué te pasa, Tico?"

le preguntó Pipo.

"No puedo volar, y ya estoy cansado de intentarlo"

respondió Tico, algo deprimido.

"¿Sabés qué?"

dijo Pipo con una sonrisa,

"A veces uno tiene que intentarlo muchas veces antes de lograrlo. Cuando yo aprendí a saltar alto, tampoco me salió bien al principio, pero no me rendí. ¡Ahora puedo saltar por encima de las hojas!"

Tico escuchó atentamente las palabras de su amigo. Quizás no había sido tan valiente como pensaba.

Así que decidió darle otra oportunidad. Esta vez, se concentró en sus alas.

"Mis alas son fuertes. Solo necesito un poco de confianza"

pensó.

Y con esa idea en mente, subió a la rama otra vez.

"¡Yo puedo!"

gritó mientras saltaba.

Esta vez, sus alas aletearon un poco.

"¡Mirá!"

gritó una de las mariposas emocionadas.

Pero Tico se dio cuenta de que caía de nuevo, aunque esta vez un poco más suave.

Pasaron los días y, aunque cada salto era un nuevo intento, Tico no se rendía. Sus amigos lo animaban y siempre estaban a su lado. Al principio, sí, a veces se caía y se frustraba, pero cada vez que lo hacía, pensaba en Pipo y recordaba las palabras de aliento.

Un hermoso amanecer, mientras el sol salía y el cielo estaba lleno de colores, Tico se sintió diferente. Sabía que había trabajado duro y que la práctica había valido la pena. Se subió a la rama más alta, sintió el viento en sus plumas y en su corazón.

"¡Este es el momento!"

exclamó Tico.

Y cuando saltó, no solo aleteó con todas sus fuerzas, ¡sino que comenzó a volar!"¡Voy! ¡Lo logré!"

gritó con alegría mientras se deslizaba por el aire. Sus amigos comenzaron a aplaudir y Danzar alrededor de él.

"¡Tico, volaste!"

gritaron todos juntos.

"Lo logré porque nunca me rendí"

respondió Tico con una gran sonrisa en su pequeño rostro. Ahora, no solo era un pajarito que podía volar, sino también un pajarito que había aprendido que con perseverancia se pueden alcanzar los sueños.

Desde ese día, Tico se convirtió en un símbolo de valentía y persistencia en el bosque. Volaba alto y animaba a otros a nunca rendirse. Y así, con determinación y amigos a su lado, Tico vivió feliz en su bosque.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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