El pajarito que cambió a Berlina



Había una vez una niña llamada Berlina, que era muy tierna y cariñosa. A pesar de su amor por Dios, tenía dificultades para obedecer a sus padres. Siempre que le decían algo, ella hacía todo lo contrario.

Un día, mientras jugaba en el parque, Berlina se encontró con un pajarito herido en el suelo. El pequeño animalito estaba triste y asustado. Berlina sintió mucha compasión por él y decidió llevarlo a casa para cuidarlo.

Cuando llegó a casa con el pajarito en sus manos, su mamá le dijo: "Berlina, no podemos tener animales en casa". Pero la niña desobediente ignoró las palabras de su madre y escondió al pajarito debajo de su cama.

Esa noche, mientras todos dormían, Berlina escuchó un ruido extraño proveniente del armario. Con valentía se levantó de la cama y abrió la puerta del armario. Para su sorpresa, vio a varios ratones correteando por todas partes.

Asustada e insegura sobre qué hacer, Berlina recordó que podía hablar con Dios.

Cerró los ojos fuertemente y dijo: "Dios mío, ¿qué puedo hacer? ¡Ayúdame!"De repente, una voz dulce resonó en su corazón: "Berlina querida, los ratones entraron a tu casa porque desobedeciste a tus padres al traer al pajarito sin permiso". Berlina se llenó de remordimiento y lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. "Lo siento mucho, Dios", dijo en voz baja.

"Prometo que nunca más desobedeceré a mis padres". Al día siguiente, Berlina se acercó a su mamá y le contó todo lo que había sucedido. Llorando, le pidió perdón y prometió obedecer de ahora en adelante.

Su mamá la abrazó tiernamente y le dijo: "Berlina, te amo mucho y siempre quiero lo mejor para ti. Obedecerme no es solo una regla arbitraria, sino que es para tu propia seguridad". A partir de ese día, Berlina decidió ser una niña obediente.

Aprendió a escuchar a sus padres y siguió las reglas establecidas en casa. Con el tiempo, Berlina se dio cuenta de que al obedecer a sus padres evitaba muchos peligros innecesarios.

Comenzó a comprender que ellos la amaban tanto como Dios lo hacía y querían protegerla. Desde aquel incidente con los ratones en el armario, Berlina aprendió valiosas lecciones sobre la importancia de la obediencia. Se convirtió en una niña responsable y amable con los demás.

Cada noche antes de dormir, Berlina hablaba con Dios para darle gracias por enseñarle el valor de la obediencia y pedirle fuerzas para seguir siendo una buena hija.

Y así continúa la historia de Berlina, quien aprendió que al escuchar a sus padres estaba demostrando su amor hacia ellos y también hacia Dios. Desde entonces vivió felizmente evitando peligros innecesarios gracias a su nueva actitud obediente.

FIN.

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