El Pajarito Valiente
Había una vez un pajarito muy hermoso llamado Lío, que vivía en un nido acogedor en lo alto de un árbol frondoso. Desde allí, cada mañana, Lío se despertaba al primer rayo de sol y llenaba el aire con su suave canto.
"¡Qué hermoso es el día!", cantaba Lío.
Los otros animales del bosque se detenían a escuchar, maravillados por su melodía.
Un día, mientras Lío cantaba, se percató de que su amiga la ardilla, Rina, parecía preocupada.
"¿Qué te pasa, Rina?", preguntó Lío, dejando de cantar.
"Vi a un grupo de pájaros en la llanura y parecían muy felices volando juntos", respondió Rina. "Me gustaría volar como ellos, pero tengo miedo de caer."
Lío, decidido a ayudar a su amiga, pensó que quizás podría enseñarle a volar. Así que, lleno de valentía, bajó del árbol y se acercó a Rina.
"No te preocupes, Rina. Todos empezamos con miedo. Lo importante es intentarlo y aprender. ¿Qué te parece si practicamos juntas?"
Rina dudó, pero vio la confianza en los ojos de Lío y decidió intentarlo. Lío la llevó a una pequeña colina donde el viento soplaba suavemente.
"Vamos, solo tienes que dar un pequeño salto", animó Lío.
Rina respiró hondo y, con un pequeño impulso, saltó. Se dio cuenta de que podía deslizarse por el aire, y aunque al principio tuvo un poco de miedo, empezó a reír y a disfrutar.
"¡Lo logré!", gritó Rina, emocionada. Lío aplaudió, feliz por su amiga.
Sin embargo, mientras jugaban, de repente, un fuerte viento comenzó a soplar.
"¡Cuidado!", gritó Lío.
El viento era tan intenso que hizo que Rina perdiera el equilibrio y comenzara a caer. Lío sintió un nudo en el estómago, pero no podía dejar que su amiga cayera sola.
"¡Rina! ¡Usa tus alas!", le gritó con firmeza.
Rina, recordando lo que había aprendido, abrió sus alas y, en un giro sorprendente, logró estabilizarse en el aire.
"¡Lo hice!", exclamó, sorprendida de su propio coraje.
Lío, aliviado y emocionado, se lanzó en picada hacia ella:
"¡Muy bien! ¡Estás volando!"
Después de varios intentos, Rina se sintió más segura y juntos comenzaron a volar alrededor de la colina.
Pero, mientras disfrutaban, se dieron cuenta de que estaban muy lejos del árbol donde vivían. El sol empezaba a ocultarse detrás de las montañas y la oscuridad se acercaba.
"¡Oh no! ¡Nos hemos perdido!", dijo Rina, empezando a asustarse de nuevo.
Lío, con su usual valentía, le dijo:
"No te preocupes. Sabemos volar y podemos encontrar el camino de regreso. Solo tenemos que mirar las estrellas."
Con ese consejo, Lío y Rina levantaron la vista al cielo. Las estrellas empezaron a brillar, y Lío se acordó de una estrella que siempre estaba detrás de su árbol.
"¡Vamos en esa dirección!", dijo Lío, señalando.
Confiando en su amigo, Rina voló junto a Lío. Mientras atravesaban el cielo estrellado, su miedo desapareció poco a poco, y la emoción de la aventura llenó sus corazones.
Finalmente, vieron la silueta del gran árbol en la distancia.
"¡Allí está!", gritó Rina, llena de alegría.
Cuando llegaron, se sintieron orgullosos de haber superado sus miedos y haber aprendido a volar juntos.
"Gracias, Lío. Me enseñaste más que a volar, me enseñaste a creer en mí misma", dijo Rina.
"Y tú me enseñaste que con amigos, todo es posible", respondió Lío.
Desde ese día en adelante, Rina y Lío volaron juntos todos los días, disfrutando del cielo y la música que llenaba sus corazones. También aprendieron que los miedos se superan apoyándose mutuamente y que las aventuras son aún más especiales cuando se comparten.
Y así, el pajarito hermoso y su amiga la ardilla continuaron explorando, aprendiendo y creciendo, siempre juntos.
FIN.