El Pajarito Valiente del Parque



Hace tiempo, en un parque lleno de flores y risas, vivía un pequeño pajarito llamado Lío. Lío no era un pajarito común, su plumaje era amarillo como el sol y sus ojos brillaban como dos estrellas. A él le encantaba volar de árbol en árbol, pero había un problema: Lío tenía miedo a volar por encima del lago del parque, donde el agua profunda se reflejaba como un espejo.

Un día, mientras Lío estaba sentado en una rama, vio a un grupo de niños jugando cerca del lago. Uno de ellos, una niña llamada Clara, le lanzó migas de pan y dijo:

"¡Mirá, pajarito hermoso! Ven a comer, no tengas miedo."

Lío, sintiéndose halagado, decidió volar un poco más cerca, pero al ver el agua, se asustó y regresó a su rama.

"¿Por qué no te acercas al agua?" preguntó un pajarito mayor, que se posó al lado de Lío. Era el abuelo Tito, un pájaro cuervo que había volado mucho en su juventud.

"Es que tengo miedo de caer al agua, Abuelo", respondió Lío, temblando un poco.

"Pero, pequeño, a veces el miedo puede detenernos de vivir aventuras maravillosas. Si no intentás volar sobre el lago, nunca sabrás lo que hay del otro lado. Podés encontrar un lugar lleno de flores y mariposas. ¿No te gustaría verlo?"

Lío pensó en las hermosas flores que crecían en los alrededores del lago y en las mariposas que bailaban en el aire. Al ver a Clara y los demás niños riendo, sintió que algo dentro de él quería intentarlo.

Así que decidió que haría su primer intento.

"¡Voy a volar sobre el lago!" gritó Lío, con mucha determinación.

"¡Vamos, Lío! ¡Vos podés!" animó Tito, moviendo sus alas con entusiasmo.

Con el corazón latiendo rápido, Lío alzó el vuelo y atravesó el parque, llegando justo al borde del lago. Cuando miró hacia abajo, el agua parecía menos aterradora. En un momento de valentía, dio un gran salto y voló sobre el lago. ¡Lo estaba haciendo!"¡Yujuu!" exclamó Lío mientras sentía el viento debajo de sus alas. Pero de repente, un fuerte viento sopló y Lío perdió el equilibrio.

"¡Ayuda!" gritó mientras comenzaba a caer. Justo en ese momento, Tito voló rápidamente para ayudarlo.

"¡No te preocupes, Lío! ¡Aguantá, yo vengo!"

Tito llegó a su lado y lo llevó en un vuelo guía hasta el lado seguro de la orilla. Lío aterrizó temblando, pero sano y salvo.

"Lo lograste, Lío. Ya no tenés que tener miedo", le dijo Tito, contento.

"Gracias, abuelo. No pensé que podría hacerlo, pero ahora me siento diferente. Siento que puedo volar aún más alto. ¿Qué más hay allá?" preguntó Lío, con un brillo de curiosidad en sus ojos.

"Eso será otro día. Lo importante es que hoy superaste tu miedo. Cada vez que lo hagas, será más fácil y aprenderás más sobre el mundo. Ahora mirá, ¡ese árbol tiene mariposas!"

Lío miró hacia arriba, donde un árbol estaba cubierto de mariposas de colores vivos.

"¡Vámonos!", dijo emocionado. Y, junto a Tito, volvió a elevarse en el aire, soltando risas mientras volaban hacia el maravilloso árbol lleno de mariposas. Desde aquel día, Lío aprendió que enfrentar sus miedos a veces trae grandes recompensas y que siempre podía contar con sus amigos para ayudarlo.

Y así, en el parque, Lío se convirtió en un aventurero del aire, espantando sus temores junto a sus otros amigos, disfrutando de cada vuelo bajo el sol radiante. ¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!

FIN.

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