El Pájaro y sus Pajaritos
Había una vez, en un frondoso bosque, un pájaro llamado Pío, que era conocido por su hermoso canto. Pío llevaba una vida tranquila junto a sus tres pajaritos: Manu, Lía y Tico. Ellos eran su razón de ser y juntos disfrutaban de cada día volando por el bosque y descubriendo nuevos rincones.
Un día, mientras volaban, descubrieron un claro que nunca antes habían visto. En el centro había un hermoso árbol lleno de frutas de colores vibrantes.
"¡Miren! ¡Qué árbol más bonito!" - exclamó Tico, emocionado.
"Sí, pero parece que hay algo extraño aquí. No veo a ningún otro pájaro alrededor" - respondió Manu, con un poco de miedo.
"¡Vamos a acercarnos! Seguro que es un lugar seguro. ¡Podemos probar las frutas!" - sugirió Lía, llena de entusiasmo.
Cuando se acercaron, pudieron ver que las frutas eran muy apetitosas. Justo en ese momento, escucharon un susurro proveniente del árbol. Era un viejo loro llamado Polo que había estado viviendo allí.
"¡Hola, jóvenes pajaritos!" - dijo Polo. "No se acerquen a las frutas sin escuchar mi consejo. Son deliciosas, pero también pueden ser engañosas. Algunas están llenas de dulzura, pero otras son amargas como la soledad."
Los pajaritos se miraron curiosos:
"¿Cómo podemos saber cuáles son amargas?" - preguntó Lía.
"La única manera de saberlo es probando, pero les advierto que no siempre es divertido experimentar con lo desconocido. Lo más importante es estar siempre juntos y apoyarse mutuamente.", dijo el loro mientras posaba una pluma sobre una fruta.
Pío, que había escuchado toda la conversación desde un arbusto cercano, se acercó preocupado.
"Pajaritos, siempre les he enseñado a ser cautelosos pero a la vez curiosos. Sin embargo, creo que debemos ser sabios. ¿Por qué no compartimos las frutas antes de probarlas? Así evitamos sorpresas desagradables."
Los pajaritos asintieron. Pío se apiñó junto a ellos y empezaron a dividir las frutas en pequeños trozos. Al probarlas, Lía encontró una dulce, Tico descubrió una amarga y Manu se llevó una sorpresa al morder una jugosa y refrescante.
"¡Qué bien que hicimos esto juntos!" - dijo Tico, aun con un poco de amargura en su boca. "Al menos ahora sé que algunas frutas no son lo que parecen."
"Exacto, amigo. A veces, lo que creemos que es bueno, puede traernos problemas si no usamos sabiduría" - explicó Pío.
Al salir del claro, empezaron a notar otros pajaritos reunidos en grupos. Todos parecían estar hablando, pero un grupo, en particular, parecía tener un problema.
"¿Qué pasa allí?" - preguntó Lía, curiosa.
"Parece que algunos pajaritos están discutiendo sobre quién puede cantar más fuerte" - respondió Manu, frunciendo el ceño.
Pío decidió que era momento de intervenir.
"Chicos, quizás no se den cuenta, pero lo más bonito de cantar no es ser el mejor, sino disfrutarlo. Tal vez podrían unir sus voces en lugar de pelear" - sugirió con su mejor tono conciliador.
El grupo de pájaros se quedó en silencio, mirando a Pío.
"¿Qué tal si hacemos una competencia amistosa?" - propuso uno de los pajaritos. "Pero en vez de gritar, cantemos como si estuviéramos en una fiesta. Así no sólo disfrutamos, sino que también aprendemos de cada uno."
Todos aceptaron la idea con entusiasmo. Al poco tiempo, el claro se transformó en un espectáculo de colores y sonidos. Pío, Manu, Lía y Tico, se unieron a la celebración. El eco de sus cantos se mezclaba con el de los otros pájaros y el bosque se llenó de alegría.
Al final del día, mientras todos descansaban, Polo se acercó a Pío.
"¿Ves lo importante de estar juntos y aprender a apoyarse, incluso en los momentos más difíciles?" - dijo el loro.
"Así es, amigo. La vida es mucho más hermosa cuando estamos rodeados de quienes queremos y aprendemos unos de otros," respondió Pío, sintiéndose pleno.
Y así, desde ese día, Pío y sus pajaritos nunca olvidaron que lo más valioso no era ser el mejor o conseguir frutas mágicas, sino el amor y la amistad que se compartían. Juntos eran más fuertes y podían enfrentar cualquier situación.
A veces, la verdadera magia está en los lazos que formamos, en el cariño que compartimos, y eso es lo que realmente los hace brillar.
FIN.