El Palacio de los Sueños



En un hermoso bosque lleno de árboles frondosos y flores que brillaban con los colores del arcoíris, vivía un grupo de hadas. Cada hada tenía un don especial que alegraba el día de aquellos que se cruzaban en su camino. Entre ellas, había una hada llamada Lila, que se destacaba por su ternura y su capacidad para hacer que todo lo que tocaba floreciera.

Un día, mientras Lila volaba sobre el bosque, sintió una tristeza inusual en el aire. Al acercarse al claro, vio a un pequeño duende llamado Nico, que estaba sentado en una piedra con la cabeza agachada.

- ¿Por qué estás tan triste, Nico? - preguntó Lila, acercándose a él.

- Mi hogar, el palacio de los sueños, se ha oscurecido y ya no puedo soñar como antes - respondió el duende con una voz apagada. - Sin sueños, siento que mi vida no tiene sentido.

Lila, conmovida por su situación, decidió ayudarlo. - ¡No te preocupes! Juntas, podemos recuperar la magia de tu palacio. -

Y así, Lila y Nico se adentraron en el bosque en busca de las flores mágicas que podían devolver la luz al palacio. Vibrantes colores llenaban los caminos, pero el tiempo parecía correr. Al llegar a un lugar donde las flores crecían a raudales, se dieron cuenta de que estaban custodiadas por un viejo árbol sabio.

- Para recoger las flores, deben responder a una adivinanza - dijo el árbol con voz profunda y misteriosa. - Escuchen bien: Si la luna se asoma y el sol se despide, ¿quién será el que brilla después de este desfile?

Lila miró a Nico. - ¡Es el brillo de las estrellas! - exclamó Lila.

- Muy bien, pequeña hada. Pueden tomar las flores - dijo el árbol, mientras las flores brillaban más intensamente. - Pero recuerden, la verdadera magia no solo está en las flores, sino en la amistad y en la bondad que comparten.

Contentos con su triunfo, Lila y Nico regresaron al palacio. Comenzaron a esparcir los pétalos, y poco a poco, el ambiente se llenó de luz y color. Los sueños comenzaron a fluir nuevamente, llenando cada rincón del palacio.

Pero de repente, surgió un viento fuerte que hizo volar las flores y el palacio empezó a desvanecerse. - ¡¿Qué está pasando? ! - gritó Nico, angustiado.

- ¡Debemos unir nuestras fuerzas! - exclamó Lila. - Recordemos la magia de la amistad.

De esta manera, tomaron un momento para recordar todo lo que habían vivido juntos. Los buenos momentos, las risas, y sobre todo, la ternura que siempre había existido entre ellos. Al hacerlo, un destello de luz surgió del palacio.

- ¡Mirá! - dijo Nico. - La magia está regresando.

El palacio rejuveneció, convirtiéndose en un esplendoroso castillo lleno de risas, música y colores. Desde aquel día, Lila y Nico aprendieron que no solo la magia provenía de las flores, sino también de los lazos que unían a todos los seres del bosque.

Y así, el palacio de los sueños se convirtió en un lugar donde todos se sentían bienvenidos. Las hadas, duendes y todos los habitantes del bosque compartían sus sueños, convirtiéndolos en realidades juntos.

Finalmente, Lila entendió que, cuando hay ternura y amistad, la magia nunca se apaga. Y cada vez que alguien se sentía triste, un simple gesto de bondad podía iluminar el día de alguien más, llenando la vida de colores y sueños.

Así terminó la aventura de Lila y Nico, pero muchos más sueños y alegrías estaban por venir, a la sombra de aquel maravilloso palacio en el bosque.

FIN.

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