El Panda y el Gato



Un día soleado, en un pequeño patio lleno de flores y árboles, un panda llamado Pandy y un gato llamado Gato se preparaban para una emocionante tarde de juegos. Pandy era un panda curioso y amistoso, mientras que Gato era travieso y siempre listo para la aventura.

-Pandy: ¡Gato, hoy es un día perfecto para jugar!

-Gato: Sí, Pandy, pero ¿qué vamos a hacer?

-Pandy: ¿Qué tal si jugamos a esconder? Yo me escondo primero, ¡vos tenés que encontrarme!

-Gato: ¡Genial, me encanta ese juego!

Con los ojos cerrados, Pandy comenzó a contar hasta diez mientras Gato se ponía a buscar un buen lugar para esconderse. Pandy terminó de contar y comenzó a buscar a su amigo. Pronto encontró un arbusto, pero no era Gato.

-Pandy: ¡Gato, ¿estás aquí? !

-Gato (desde atrás): No, ¡no estoy ahí!

Rió Pandy, pero en medio del juego, un inesperado giro sucedió. Un viento fuerte sopló y un montón de hojas voló por el aire. Ambas criaturas se detuvieron, sorprendidas.

-Pandy: ¡Mirá esas hojas voladoras! ¡Son como pequeños pájaros, pero de papel!

-Gato: ¡Qué divertido! ¿Podemos hacer algo con ellas?

Así que decidieron recoger las hojas y hacer aviones de papel. Cada uno tomó un momento para crear su propio diseño. Pandy hizo un avión grande y redondeado, mientras que Gato hizo uno pequeño y veloz.

-Pandy: ¡Listos para volar!

-Gato: ¡A la cuenta de tres! Uno, dos, ¡tres!

Ambos lanzaron sus aviones al aire y, para su sorpresa, los aviones comenzaron a volar en diferentes direcciones. El de Gato fue rápidamente al viento mientras que el de Pandy flotó suave y majestuosamente, haciendo círculos en el aire.

-Pandy: ¡Mirá cómo vuela! Es como un pájaro.

-Gato: Mi avión necesita más práctica. ¡Vamos a intentarlo de nuevo!

Estuvieron tan concentrados en sus aviones que no se dieron cuenta de que el viento había comenzado a mover el juego hacia un lado inesperado. De repente, un avión voló tan lejos que aterrizó en el jardín del vecino. Decidieron que debían recuperar el avión, pero el camino no era fácil.

-Gato: ¿Qué hacemos ahora? No podemos entrar a esa casa.

-Pandy: Tal vez podamos pedir ayuda.

Así que decidieron tocar la puerta del vecino, un anciano amable que siempre les sonreía cuando pasaban. Al abrir la puerta, el anciano los miró con curiosidad.

-Viejo vecino: Hola, chicos. ¿Qué los trae hasta aquí?

-Gato: ¡Hola! Se voló nuestro avión y cayó en su jardín.

-Pandy: ¿Podríamos recuperarlo, por favor?

El anciano sonrió aún más al ver a los dos amigos.

-Viejo vecino: Claro, ¡pero solo si me ayudan a recoger algunas hojas de mi jardín! Tengo tantas y me gustaría hacer un compost.

-Gato: ¡Nos encanta ayudar! ¡Exactamente lo que haremos!

Así que los tres trabajaron juntos, Pandy y Gato ayudaron al anciano a recoger las hojas. A cambio, el anciano les llevó al lugar donde aterrizó el avión.

-Pandy: ¡Ahí está!

-Gato: Gracias, señor, fue un placer ayudarlo.

-Viejo vecino: Gracias a ustedes también. Siempre es más divertido hacer tareas juntos, ¿no creen?

-Gato: ¡Es cierto!

Con el avión en sus patas, Pandy y Gato despidieron al viejo vecino y regresaron a su patio. Era hora de seguir jugando, sabiendo que juntos podrían superar cualquier obstáculo.

-Pandy: ¿Qué hacemos ahora?

-Gato: Ahora que tenemos un nuevo avión, ¡volvamos a jugar!

-Pandy: ¡Sí! Pero esta vez yo quiero ser el que encuentre el escondite.

-Gato: ¡Trato hecho!

Y así, entre risas y aventuras, Pandy y Gato aprendieron que contar con amigos y trabajar en equipo hace que la diversión sea aún más especial. El patío siguió llenándose de risas, globos y sueños de papel entre los dos amigos, que a partir de ese día, decidieron que cada día sería una nueva oportunidad para jugar y aprender juntos.

FIN.

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