El Pangi y sus amigos del mundo animal
al río Leufú, el pangi se encontró con un grupo de simpáticos patos que estaban nadando y chapoteando en el agua. El pangi se acercó emocionado y les dijo: "¡Hola! Soy un pangi solitario en busca de amigos.
¿Les gustaría ser mis amigos?". Los patos lo miraron sorprendidos pero uno de ellos, llamado Patocho, respondió amablemente: "¡Claro que sí! Nos encantaría tener un nuevo amigo. Ven a nadar con nosotros".
El pangi se sumergió en el agua junto a los patos y comenzaron a jugar y reír juntos. Ellos le enseñaron cómo deslizarse por la superficie del agua y cómo atrapar peces para comer. El pangi estaba feliz de haber encontrado nuevos amigos tan divertidos.
Después de pasar un tiempo maravilloso con los patos, el pangi decidió seguir su búsqueda de amigos por otros lugares del bosque. Se dirigió hacia las montañas cercanas, donde escuchaba risas provenientes del bosque.
Al llegar al bosque, encontró a un grupo de monitos saltando entre los árboles. El líder del grupo era Monito Travieso, quien al ver al pangi exclamó: "-¡Miren chicos! ¡Un nuevo amigo ha llegado!".
Los monitos rodearon al pangi y comenzaron a hacerle preguntas sobre quién era y qué le gustaba hacer. El pangi les contó sus historias en los lemus y cómo había conocido a los patos en el río Leufú.
Monito Travieso propuso una competencia para ver quién podía saltar más alto entre los árboles. El pangi aceptó el desafío y, aunque no era tan ágil como los monitos, se esforzó al máximo.
Al final de la competencia, Monito Travieso declaró: "-¡Eres un gran saltador! Nos has impresionado a todos. Eres oficialmente uno de nosotros, nuestro amigo panguito". El pangi se sintió feliz y emocionado de tener amigos tan juguetones como los monitos. Juntos pasaron días trepando árboles, buscando frutas deliciosas y compartiendo risas interminables.
Después de pasar tiempo con los monitos en el bosque, el pangi decidió continuar su búsqueda por otros lugares. Esta vez se dirigió hacia la pradera donde había escuchado que vivían animales muy sabios.
En la pradera, encontró una tortuga llamada Doña Sabia que estaba descansando bajo un viejo árbol. El pangi se acercó lentamente y le preguntó: "-Disculpe Doña Sabia, estoy buscando amigos y me dijeron que usted es muy sabia. ¿Podría ser mi amiga?".
La tortuga sonrió gentilmente y respondió: "-Claro que sí, pequeño panguito. La sabiduría no tiene barreras ni límites para la amistad". Doña Sabia comenzó a contarle historias fascinantes sobre la naturaleza, las estaciones del año y cómo cuidar el medio ambiente.
El pangi escuchaba atentamente cada palabra mientras aprendía valiosas lecciones sobre el mundo que lo rodeaba. Pasaron semanas juntos en la pradera, explorando nuevos conocimientos e ideas junto a Doña Sabia.
El pangi se sentía agradecido por tener una amiga tan inteligente y sabia. Finalmente, el pangi había encontrado amigos leales y maravillosos en su búsqueda por los lemus.
Los patos, los monitos y Doña Sabia se habían convertido en su familia, llenando su vida de alegría y compañía. El pangi comprendió que la verdadera amistad no está determinada por la especie o apariencia física, sino por el amor, la diversión compartida y el aprendizaje mutuo.
Desde ese día, el pangi se convirtió en un embajador de la amistad entre animales de diferentes especies. Viajó por todo el bosque contando historias sobre cómo encontró amigos inesperados y promoviendo la importancia de aceptar a todos sin prejuicios ni discriminación.
Y así, gracias al valor del pangi para buscar nuevos amigos, los animales del bosque aprendieron que no importa cuán diferentes sean unos de otros; lo único que importa es el amor y respeto que compartimos como amigos verdaderos.
FIN.