El papá arreglador


En una pequeña casita de un barrio tranquilo, vivía un papá llamado Juan, conocido por todos como el arreglador. Juan tenía la habilidad de arreglar cualquier cosa en casa con tan solo tres herramientas: un martillo, un alicate y un desarmador. Con estas herramientas mágicas, podía solucionar desde un mueble roto hasta un grifo que goteaba. Pero lo más especial de todo era que lo hacía con mucho amor por su familia.

Un día, el armario de la cocina se rompió. Criaturas diminutas salieron corriendo de él y llamaron enseguida a su papá. Juan se levantó con prisa, agarró su martillo, su alicate y su desarmador, y fue a ver qué pasaba. Al abrir las puertas del armario, vio el desastre, pero no se preocupó. Con paciencia y dedicación, comenzó a arreglarlo. Mientras trabajaba, le cantaba a su pequeña hija Sofía, que lo observaba con admiración. Finalmente, el armario quedó como nuevo y las criaturas diminutas encontraron un nuevo hogar en el jardín.

La fama del arreglador se extendía por el barrio, y no pasaba un día sin que alguien necesitara su ayuda. Juan siempre estaba dispuesto a echar una mano, y lo hacía con una sonrisa en el rostro. El amor que sentía por su familia se reflejaba en cada arreglo que realizaba. La gente decía que sus herramientas no eran solo un martillo, un alicate y un desarmador, sino que eran herramientas llenas de magia y cariño.

Y así, el arreglador Juan siguió viviendo en su casita, ayudando a los demás y mostrando que el amor y la dedicación son las herramientas más poderosas para arreglar cualquier cosa.

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