El paraguas de la felicidad



Había una vez un niño llamado Juan que regresó de unas maravillosas vacaciones en la playa. Estaba muy emocionado por volver a casa y ver a su familia y amigos.

Pero justo cuando llegó, se dio cuenta de que estaba lloviendo. Juan recordó que había guardado un paraguas en su mochila antes de salir de viaje. Así que sin pensarlo dos veces, sacó el paraguas y lo abrió para protegerse de la lluvia.

Mientras caminaba hacia su casa bajo la lluvia, Juan notó algo extraño: todos los demás niños estaban empapados y corriendo para buscar refugio. Él era el único con un paraguas, y esto le hizo sentir especial.

Al llegar a casa, Juan se encontró con su hermana menor, Martina, quien estaba triste porque no podía jugar afuera debido a la lluvia. Martina miró el paraguas de Juan con ojos llenos de admiración.

"¡Juan! ¡Qué genial tener un paraguas! ¿Me enseñas cómo usarlo?", preguntó Martina emocionada. Juan sonrió y le explicó a Martina cómo abrir y cerrar el paraguas correctamente. Juntos salieron al patio trasero mientras seguía lloviendo.

Martina saltaba felizmente bajo el paraguas mientras Juan la sostenía asegurándose de que no se mojara. Pronto, otros niños del vecindario vieron lo divertido que era jugar bajo la lluvia con un paraguas y se les unieron. El patio trasero se convirtió en una fiesta improvisada bajo la lluvia.

Los niños reían, saltaban en los charcos y se protegían de la lluvia con sus paraguas. Incluso algunos adultos se unieron a la diversión.

Juan se dio cuenta de que su paraguas no solo lo había mantenido seco, sino que también había traído alegría a todos los que lo rodeaban. Se sintió orgulloso de haber llevado el paraguas consigo y compartido esa alegría con los demás. Al día siguiente, cuando Juan fue a la escuela, vio a muchos niños llevando paraguas.

Habían entendido que tener un paraguas no solo era útil para protegerse de la lluvia, sino que también podían compartirlo con otros y hacerlos felices.

Desde ese día en adelante, cada vez que llovía en el vecindario de Juan, todos salían con sus coloridos paraguas y disfrutaban juntos bajo la lluvia. La lluvia ya no era algo molesto o triste para ellos; era una oportunidad para divertirse y ser generosos con los demás.

Y así, gracias al simple gesto de llevar un paraguas y compartirlo con su hermana Martina, Juan enseñó a todos una valiosa lección sobre cómo convertir algo común en algo extraordinario simplemente haciendo feliz a alguien más.

FIN.

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