El Paraíso de las Decisiones



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, dos amigos inseparables: Tomás, un niño travieso y lleno de energía, y Lucas, un chico amable que siempre pensaba en los demás. Un día soleado, mientras jugaban en el parque, Tomás tuvo una idea que le pareció muy divertida.

"¡Vamos a asustar a los pájaros del bosque!" - dijo Tomás, con una sonrisa traviesa.

"No, Tomás. Eso no está bien. Los pájaros solo quieren estar tranquilos. No deberíamos molestarlos" - respondió Lucas, preocupado por las consecuencias de sus acciones.

A pesar de las advertencias de Lucas, Tomás decidió seguir adelante. Se acercó al borde del bosque y, con un grito estridente, empezó a imitar los sonidos más aterradores que conocía. Los pájaros, asustados, comenzaron a volar en todas direcciones, llenando el cielo con su bullicio.

Lucas miró con desagrado la escena.

"Tomás, mirá lo que hiciste. Están muy asustados, ¿por qué no les pides perdón?" - le sugirió, intentando que su amigo entendiera.

"¡Nadie se va a morir por un susto!" - exclamó Tomás, ríéndose mientras el viento arrastraba los ecos de los pájaros en vuelo.

Justo cuando la risa de Tomás se desvanecía, notó que un pequeño pajarito había quedado atrapado entre las ramas de un arbusto. Se acercó rápidamente al lugar y, al mirar de cerca, vio que el pajarito temblaba de miedo.

"Mirá, Lucas. ¡Está atrapado!" - dijo Tomás, ahora más serio.

"Sí, y es por nuestra culpa. Debemos ayudarlo" - objeció Lucas, sintiendo que la preocupación lo invadía.

Tomás se sintió mal. Se dio cuenta de que sus acciones habían tenido consecuencias. Intentaron liberar al pajarito, pero cuanto más se movían, más se asustaba. Lucas tuvo una idea.

"Tal vez si le hablamos suavecito, se sienta seguro y salga por sí mismo" - sugirió, acercándose lentamente.

Tomás siguió su ejemplo y, con una voz amable, comenzó a hablarle al pajarito:

"No te preocupes, pequeño. No queremos hacerte daño. Vamos a ayudarte a salir de aquí".

El pajarito, sintiéndose un poco más tranquilo, dejó de temblar y comenzó a moverse poco a poco hacia la salida. Después de varios momentos que parecieron eternos, finalmente logró liberarse. Sin dudarlo, voló alto hacia el cielo.

"¡Lo logramos!" - exclamó Lucas, lleno de alegría.

"Sí, pero ahora entiendo que no debí asustarlo. ¡Lo siento tanto!" - admitió Tomás, arrepentido.

Lucas sonrió.

"Siempre podemos aprender de nuestros errores. El importante es actuar con bondad" - le dijo.

Esa experiencia los marcó a ambos. A partir de ese día, Tomás se enfocó en ser un buen amigo y cuidar de la naturaleza, mientras que Lucas se convirtió en el gran defensor de los animales. Juntos, se propusieron hacer de su pueblo un lugar mejor, organizando actividades para proteger a las aves y creando un pequeño paraíso donde todos pudieran vivir en armonía.

Así, el pueblo floreció gracias a la bondad de dos amigos que aprendieron que cada decisión cuenta y que siempre se puede elegir el camino de la amabilidad y el respeto hacia los demás.

"¿Ves, Tomás? Cada decisión que tomamos puede cambiar todo" - le dijo Lucas mientras paseaban, observando los pájaros volar felices.

"Sí, Lucas, y en este paraíso de decisiones, siempre elegiré cuidar de todos" - respondió Tomás con una sonrisa.

FIN.

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