El paraíso de Martina y Mateo



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, llamado Pueblo Esperanza, donde vivía Martina, una niña muy curiosa y aventurera. Martina siempre soñaba con encontrar el paraíso, un lugar mágico y maravilloso lleno de colores y alegría.

Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, Martina encontró a Mateo, un niño tímido que estaba sentado en un árbol llorando. Martina se acercó a él y le preguntó qué le pasaba.

"¿Qué te pasa Mateo? ¿Por qué estás llorando?", preguntó Martina con preocupación. Mateo levantó la cabeza y contestó entre sollozos: "Perdí mi juguete favorito, es una pelota verde brillante".

Martina sabía lo importante que era ese juguete para Mateo, así que decidió ayudarlo a buscarlo. Juntos recorrieron todo el bosque siguiendo las pistas que Mateo recordaba haber dejado. Después de mucho buscar sin éxito, llegaron al río. "¡Mira! ¡Hay algo flotando en el agua!", exclamó Martina emocionada.

Era la pelota verde brillante de Mateo. Sin pensar dos veces, Martina se metió al río para rescatarla.

Cuando salió del agua con la pelota en sus manos notaron algo extraño: había una pequeña isla en medio del río que antes no estaba allí. Curiosos por descubrir qué había en esa isla misteriosa, decidieron construir un bote improvisado con troncos y hojas para llegar hasta allí. Remaron con todas sus fuerzas y finalmente llegaron a la isla.

"¡Wow! ¡Esto es increíble!", exclamó Martina maravillada. La isla era un verdadero paraíso. Había árboles frutales cargados de deliciosas manzanas, flores de todos los colores y una cascada cristalina que caía en una pequeña laguna.

Los niños se bañaron en la laguna y disfrutaron de las ricas manzanas. "Martina, este lugar es como el paraíso", dijo Mateo emocionado. "Sí, tienes razón Mateo.

Pero recuerda que el paraíso no solo está en lugares lejanos, también puede estar dentro de nosotros mismos", respondió Martina sabiamente. Los niños aprendieron que la felicidad y la alegría no dependían de encontrar un lugar mágico, sino de valorar las cosas simples y hermosas que nos rodean todos los días.

Después de pasar horas maravillosas en la isla paradisíaca, decidieron regresar al pueblo para compartir su descubrimiento con todos sus amigos. Construyeron un bote más grande y juntos remaron hasta llevar a todos al paraíso secreto.

Desde aquel día, Pueblo Esperanza se convirtió en un lugar especial donde los niños podían disfrutar del verdadero significado del paraíso: amistad, diversión y aprecio por las pequeñas cosas de la vida.

Y así fue como Martina y Mateo encontraron el verdadero paraíso entre sus labios: compartiendo momentos especiales con amigos queridos y valorando cada instante como si fuera único.

FIN.

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