El Parque de la Amistad
Había una vez un niño llamado Santi, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de naturaleza. Santi era curioso por naturaleza y siempre estaba buscando nuevas aventuras para divertirse.
Un día, mientras veía su programa favorito "Maily y Dua Lupa", se le ocurrió una idea emocionante. Decidió ir al parque a jugar y llevar consigo una deliciosa manzana para disfrutar durante su día de diversión.
Santi se puso sus zapatillas deportivas y salió corriendo hacia el parque más cercano. Al llegar allí, vio a varios niños jugando en los columpios y el tobogán. Se acercó a ellos con una sonrisa en su rostro. - ¡Hola! Soy Santi. ¿Puedo jugar con ustedes? - preguntó animadamente.
Los niños estaban encantados de tener un nuevo amigo para jugar. Juntos, corrieron por el césped verde, saltaron en los trampolines y se columpiaron tan alto como pudieron. Después de un rato, Santi decidió hacer algo diferente.
Sacó su manzana del bolsillo y la mostró a sus nuevos amigos. - ¡Miren lo que traje! Una deliciosa manzana para compartir - exclamó entusiasmado. Los ojos de los niños brillaron al ver la jugosa fruta roja.
Todos se sentaron en círculo bajo la sombra de un árbol y compartieron la manzana entre risas y charlas amenas. Justo cuando pensaban que no podía haber más diversión ese día, escucharon un ruido extraño proveniente del arbusto cercano.
Todos se acercaron cautelosamente para ver qué era. Para su sorpresa, encontraron un pequeño pajarito atrapado entre las ramas del arbusto. El pobre animalito estaba asustado y no podía volar. Santi, siempre dispuesto a ayudar, tuvo una idea brillante.
Tomó la manzana que habían compartido y la lanzó hacia el cielo. El pajarito siguió la fruta con sus ojos y finalmente pudo liberarse de las ramas. - ¡Lo logramos! - exclamó Santi mientras todos celebraban.
El pajarito voló felizmente hacia el cielo azul, agradecido por haber sido rescatado. Los niños se sintieron orgullosos de sí mismos por haber ayudado a un ser tan pequeño e indefenso.
Después de ese emocionante momento, los niños continuaron jugando en el parque hasta que empezó a oscurecer. Cansados pero felices, regresaron a sus hogares con sonrisas en sus rostros. Esa noche, mientras Santi se preparaba para dormir, recordaba todas las aventuras emocionantes que había vivido ese día.
Se dio cuenta de lo importante que era compartir momentos especiales con amigos y ayudar a aquellos que lo necesitaban. Desde aquel día en adelante, Santi siempre buscaba nuevas formas de divertirse y aprender junto a sus amigos en el parque.
Siempre llevaba consigo una manzana como símbolo de amistad y generosidad.
Y así fue como Santi descubrió que la verdadera diversión no solo se encuentra viendo programas de televisión o comiendo manzanas deliciosas; sino en compartir momentos especiales con amigos, ayudar a otros y disfrutar de la belleza de la naturaleza que los rodeaba.
FIN.