El Parque de la Diversidad
Había una vez un hermoso parque en un pequeño pueblo llamado Colores. Este parque era especial, ya que cada rincón estaba adornado con flores de todos los colores y formas. Pero lo que más lo hacía único eran sus habitantes: un grupo diverso de animales que vivían en armonía.
Un día, el loro Lolo voló sobre el parque y vio a sus amigos jugando. A su lado, la ardilla Sofía, el conejo Benji y el tortugo Tito estaban discutiendo sobre qué juego jugar.
"¡Yo quiero jugar a las escondidas!" - dijo Sofía emocionada.
"Pero a mí me gusta más el fútbol" - respondió Benji, dando saltos.
"Yo prefiero quedarme aquí, tranquillo, mirando el cielo" - comentó Tito, mientras miraba con atención a las nubes.
Lolo, observando la situación, decidió intervenir.
"¿Por qué no hacemos un juego que combine todas nuestras ideas?" - sugirió Lolo.
"¿Cómo sería eso?" - preguntó Benji, curioso.
"Podríamos jugar a las escondidas, pero usando una pelota, y el que encuentre a los demás tiene que pasarse la pelota a todos antes de que lo descubran" - explicó Lolo.
Sofía y Benji se miraron, intrigados.
"¡Suena genial!" - exclamó Sofía.
"Sí, eso suena divertido. ¡Vamos a jugar!" - se unió Benji.
Así, comenzaron a jugar. El desafío de combinar las ideas de cada uno hizo que todos disfrutaran mucho más. Lolo se dio cuenta de que la diversidad de pensamientos había creado un juego increíble. Sin embargo, en medio de la diversión, el juego se volvió un poco caótico.
Benji, con su energía, corrió tras Sofía, quien había encontrado un buen escondite.
"¡Te vi, Sofía!" - gritó Benji tratando de alcanzarla.
"¡No vale! ¡Te concentraste demasiado en mí!" - respondió ella.
Lolo vio que la competencia era un poco intensa y decidió hablar.
"Recuerden lo que aprendimos: jugar es para disfrutar, no solo para ganar. ¿Qué tal si nos tomamos un momento y recordamos lo que hace que este parque sea tan especial?"
Con esas palabras, los amigos se sentaron en círculo y Lolo aprovechó para recordarles sobre los valores del parque.
"Aquí, en Colores, todos somos diferentes y eso es lo que nos hace únicos. La tolerancia y la aceptación son esenciales para que todos podamos jugar y divertirnos juntos" - les dijo Lolo.
"¿Cómo podríamos hacer las reglas un poco más justas?" - preguntó Tito, que había estado callado escuchando.
"Podríamos turnarnos para seleccionar el juego, y así todos tienen una oportunidad. Además, no importa si ganamos o perdemos, lo fundamental es que nos divirtamos juntos" - propuso Sofía.
Todos asintieron felices y acordaron las nuevas reglas. En los siguientes días, el parque fue una explosión de risas y juegos.
Una tarde, mientras disfrutaban de su nuevo juego, apareció una pequeña foca llamada Fanny. Ella estaba perdida, buscando su camino hacia la playa.
"¡Hola! Soy Fanny. Me gustaría jugar con ustedes, pero no sé cómo" - dijo la foca, tímidamente.
Todos se miraron, pensando en cómo incluirla en sus juegos.
"¡Podemos inventar un nuevo juego donde Fanny pueda participar!" - sugirió Benji.
"¡Sí! Fanny podría ser el ’buscador’ en un juego de ocultar y buscar en el agua, y nosotros nos esconderíamos en la tierra. ¡Sería muy divertido!" - propuso Lolo.
Con entusiasmo, diseñaron el nuevo juego y haciendo uso de los valores que habían aprendido, aseguraron que todos fueran incluidos y se divirtieran.
Fanny sonreía de oreja a oreja, disfrutando de sus nuevos amigos, y en ese mismo instante, un fuerte sol brillaba como un hermoso símbolo de la amistad y diversidad que había crecido en el Parque de la Diversidad.
Desde ese día, el parque se llenó de más amigos de distintos lugares y especies, todos aprendiendo y jugando bajo las reglas de la tolerancia, la diversidad y el respeto, creando juntos una historia hermosa en la cual todos eran parte de algo especial.
Y así, en el Parque de la Diversidad, cada día se celebraba la belleza de ser diferente y la amistad que une a todos, convirtiéndose en un hermoso ejemplo para todos los habitantes del pueblo y más allá.
FIN.