El parque de la esperanza



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Mateo que adoraba ir al parque todos los días después de la escuela.

A Mateo le encantaba columpiarse en las cuerdas, correr por los recreos y jugar con las pelotas que encontraba. Un día, mientras jugaba con una pelota de colores brillantes, vio a un grupo de niños mayores burlándose de él.

Le decían cosas como "¿Por qué juegas solo?", "Eres muy pequeño para estar aquí" y "No sabes divertirte como nosotros". Mateo se sintió triste y desanimado, pero decidió no prestarles atención y seguir divirtiéndose. Pasaron los días y cada vez que Mateo iba al parque, los niños mayores seguían molestando.

Pero a pesar de todo, él continuaba disfrutando de sus juegos y actividades favoritas. Un día, mientras saltaba la cuerda con dos niñas nuevas que había conocido en el parque, uno de los chicos mayores se acercó a él.

- ¿Por qué sigues viniendo aquí si siempre te molestamos? -preguntó el chico mayor con curiosidad. Mateo lo miró directamente a los ojos y respondió: "Porque este es mi lugar feliz.

Aquí puedo ser yo mismo y divertirme sin importar lo que digan los demás". El chico mayor se quedó pensativo por un momento y luego sonrió. Luego extendió la mano hacia Mateo y dijo: "Perdón por haberte molestado. ¿Puedo unirme a tu juego?".

Mateo asintió emocionado y juntos comenzaron a saltar la cuerda con las dos niñas. Los otros niños mayores también se acercaron lentamente e incluso trajeron más pelotas para jugar todos juntos.

Desde ese día en adelante, Mateo ya no fue molestado en el parque. Había logrado convertir su lugar feliz en un espacio donde todos eran bienvenidos y podían divertirse juntos sin importar la edad o las diferencias.

Y así, gracias a su valentía y determinación para seguir siendo fiel a sí mismo, Mateo demostró que nunca hay que renunciar a lo que nos hace felices, incluso cuando enfrentamos dificultades o críticas en el camino.

Al final del día, lo importante es ser auténtico consigo mismo y compartir esa alegría con quienes nos rodean.

FIN.

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