El parque de la inclusión



Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían personas de todas las edades y habilidades.

En ese lugar, había un niño llamado Tomás, quien tenía una discapacidad en sus piernas que le impedía caminar como los demás niños. A pesar de esto, Tomás siempre tenía una sonrisa en su rostro y no dejaba que su discapacidad lo detuviera.

Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo en su silla de ruedas, Tomás notó algo extraño. Había un cartel que decía: "¡Se buscan voluntarios para ayudar a construir un parque inclusivo para todos!". Sin dudarlo ni un segundo, Tomás decidió ser parte de esa gran aventura.

Al llegar al lugar donde se estaba construyendo el parque inclusivo, Tomás encontró a muchas personas trabajando juntas. Había carpinteros construyendo rampas accesibles, jardineros plantando flores coloridas y artistas pintando murales llenos de alegría.

Tomás se acercó a uno de los carpinteros y le preguntó: "-¿Puedo ayudar?". El carpintero sonrió y le respondió: "-¡Claro que sí! Podrías ayudarnos a pintar las barandas del puente inclusivo". Tomás tomó un pincel y comenzó a pintar con mucho entusiasmo.

Mientras lo hacía, escuchaba risas y voces felices provenientes del otro lado del parque. Se dio cuenta de que había niños jugando juntos sin importar sus diferencias. En ese momento apareció Martina, una niña con gafas especiales para ver mejor.

Ella también tenía una discapacidad, pero eso no la detenía para disfrutar de cada día. "-¡Hola Tomás! ¿Puedo ayudarte a pintar?", dijo Martina con una gran sonrisa. Tomás le respondió emocionado: "-¡Claro, Martina! Juntos podemos hacerlo".

Y así, los dos niños comenzaron a pintar juntos las barandas del puente inclusivo. Mientras trabajaban, se acercó Sofía, una niña muy curiosa y amigable. Tenía un perro guía llamado Max que la acompañaba en todos sus paseos.

"-¿Puedo unirme a ustedes?", preguntó Sofía. Tomás y Martina asintieron con alegría y los tres continuaron pintando juntos. A medida que avanzaban en su tarea, más personas se fueron sumando al proyecto del parque inclusivo.

Finalmente, el día de la inauguración llegó y Villa Esperanza se llenó de emoción y felicidad. El parque estaba lleno de juegos adaptados para todas las habilidades, como columpios accesibles y mesas bajas para que los niños en sillas de ruedas pudieran jugar cómodamente.

Tomás subió al escenario junto a Martina y Sofía para dar un discurso inspirador: "-Hoy hemos demostrado que la inclusión es poderosa. Gracias a todos por creer en nosotros y trabajar juntos para crear este hermoso parque inclusivo".

La multitud aplaudió emocionada mientras Tomás continuaba: "-Recordemos siempre que nuestras diferencias nos hacen únicos, pero nuestra capacidad de incluirnos nos hace imparables". Desde ese día, Villa Esperanza se convirtió en un lugar donde la inclusión era una prioridad.

Los niños y adultos aprendieron a valorar las habilidades de cada persona y a trabajar juntos para superar cualquier obstáculo.

Y así, Tomás, Martina, Sofía y todos los habitantes del pueblo demostraron al mundo que la inclusión es el camino para construir un futuro mejor, donde no existan barreras ni prejuicios.

FIN.

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