El parque de la inspiración
Benjamin era un niño muy inteligente y curioso, pero últimamente se había vuelto muy reacio a ir a la escuela.
Cada mañana, al despertar, su mamá lo encontraba escondido debajo de las sábanas, con los ojos cerrados y haciendo como si estuviera durmiendo. Un día, mientras desayunaban juntos, la mamá de Benjamin notó que estaba muy callado y triste. "¿Qué te pasa hijo?", le preguntó preocupada. "No quiero ir a la escuela", respondió Benjamin con voz apagada.
Su mamá se sorprendió por su respuesta ya que siempre había sido un niño entusiasmado por aprender cosas nuevas en el colegio. "¿Por qué no quieres ir a la escuela? ¿Te están pasando cosas malas?", preguntó ella.
"No sé... solo me aburre mucho", explicó Benjamin encogiéndose de hombros. La mamá de Benjamin decidió entonces hacer algo especial para ayudarlo a recuperar su interés en el colegio.
Esa tarde, después del trabajo, llevó a su hijo al parque más grande de la ciudad. Allí jugaron juntos durante horas y compartieron unas ricas hamburguesas en una mesa al aire libre. Mientras comían, empezaron a conversar sobre lo que les gustaría hacer juntos en el futuro.
"Yo quiero ser astronauta cuando sea grande", dijo Benjamin emocionado. "¡Eso es fantástico! Para ser astronauta tienes que estudiar mucho matemáticas y ciencias", respondió su mamá sonriendo.
Y así comenzaron una serie de conversaciones sobre todas las cosas interesantes que podía aprender si seguía asistiendo a la escuela. La mamá de Benjamin le mostraba fotos y videos de los planetas, las estrellas y las galaxias en su celular, mientras él seguía asombrado por todo lo que veía.
"¿De verdad puedo aprender todo eso en el colegio?", preguntó Benjamin emocionado. "Sí hijo, y mucho más. En la escuela puedes aprender sobre historia, literatura, arte... todo lo que te interese", respondió su mamá con cariño.
A partir de ese día, Benjamin empezó a ir al colegio con una actitud diferente. Ya no se escondía debajo de las sábanas ni se hacía el enfermo para no ir a clases.
Al contrario, estaba ansioso por llegar temprano cada mañana para seguir aprendiendo cosas nuevas. Un mes después, durante una clase de ciencias naturales sobre los planetas del sistema solar, la maestra hizo una pregunta muy difícil.
Ninguno de sus compañeros sabía la respuesta excepto Benjamin quien levantó la mano seguro de sí mismo y dio la respuesta correcta. La maestra quedó impresionada por su conocimiento y habilidad para resolver problemas difíciles. Esa tarde llamó a su mamá para felicitarla por tener un hijo tan brillante e inteligente.
Benjamin sonrió orgulloso al escuchar los halagos de su maestra. Sabía que había tomado la decisión correcta al volver a interesarse por el colegio y seguir aprendiendo cosas nuevas cada día gracias al amor y apoyo incondicional de su madre.
FIN.