El Parque del Bosque Mágico
Era un hermoso día de primavera y el bosque estaba lleno de vida. Los pájaros cantaban, las mariposas danzaban y todos los animales sentían que era un momento ideal para jugar. Sin embargo, a pesar de la belleza del día, los animales se dieron cuenta de que no tenían un lugar especial donde pudieran jugar todos juntos.
Así fue como un grupo de animales decidió convocar una asamblea en el claro del bosque. Fieles a su espíritu colaborativo, todos acudieron: la astuta zorra, el fuerte oso, la sabia lechuza, la rápida liebre y muchos otros amigos del bosque.
"¡Necesitamos un lugar donde todos podamos jugar y disfrutar juntos!", propuso la ardilla, saltando de entusiasmo.
"Yo tengo una idea!", dijo la lechuza alzando su voz. "Podemos construir una cancha de fútbol y jugar partidos todos los domingos."
"Y yo propongo un estanque para que los patos nadadores tengan su lugar", añadió el sapo, que se sentía un poco excluido de la discusión.
"Tendría que haber más árboles para trepar, ¡como los que hay en el claro!", sugirió el oso, moviendo su enorme cabeza.
La asamblea fue un ir y venir de ideas. Cada animal compartía lo que le gustaría tener en ese nuevo parque, pero pronto se dieron cuenta de que había demasiadas propuestas.
"Es un montón de cosas, ¡no podemos hacer todo a la vez! – dijo el zorro, rascándose la cabeza. – Tenemos que ponernos de acuerdo en lo que todos disfrutemos."
La lechuza, que siempre había sido sabia, propuso un juego para ayudar a aclarar el asunto.
"Feo como un sapo, divertido como un conejo. ¿Qué elegirían primero?"
Los animales acordaron jugar a una ronda de votaciones rápidas. Uno a uno, cada animal tuvo que elegir una actividad de la lista. Después de varias rondas, NOTARON nuevamente que había algunas propuestas que estaban más en sintonía con la mayoría.
"Lo más importante es crear un espacio donde todos puedan disfrutar, no solo un grupo específico", opinó la ardilla.
Así, después de mucha discusión y risas, los animales acordaron que el parque tendría un área amplia para correr y jugar, con un estanque en el medio donde los patos y sapos pudieran nadar, además de árboles grandes donde todos pudieran treparse. Decidieron también construir un pequeño rincón donde los pájaros pudieran hacer sus nidos.
"¡Genial! Así todos podremos disfrutar de nuestra propia manera", dijo la liebre emocionada.
Sin embargo, justo cuando empezaron a entusiasmarse, se escuchó un ruido extraño. Del arbusto cercano salió un grupo de humanos que comenzaron a derribar árboles. Los animales se asustaron, preguntándose cómo podrían construir su parque si el bosque estaba en peligro.
"¡No podemos dejar que destruyan nuestro hogar!" gritó el oso, mientras todos se reunían, nerviosos.
La astuta zorra, que siempre tenía un plan, sugirió que se acercaran a hablar con los humanos.
"¡Quizás pueda funcionar! Si podemos transmitirles la importancia del bosque para nosotros, tal vez puedan ayudarnos a cuidar de él", propuso.
Con valor, los animales se acercaron juntos a los humanos.
"¡Hola!" dijo la ardilla, con un pequeño temblor en la voz, "somos animales del bosque y necesitamos este lugar para vivir y jugar. No queremos que lo destruyan, sino que nos ayuden a construir un parque donde todos podamos estar juntos."
Los humanos, intrigados por la valentía de los animales, se detuvieron y comenzaron a escuchar. Después de algunas explicaciones y por la insistente pasión de los animales, los humanos prometieron trabajar juntos para crear el parque sin dañar el bosque.
Con el tiempo, los animales y los humanos unieron fuerzas, y tras mucho esfuerzo y trabajo en equipo, el parque se levantó. Era un lugar mágico donde los animales podían jugar, el estanque brillaba bajo el sol y la vida florecía en cada rincón. Al final de la inauguración, todos los animales se reunieron, felices y emocionados.
"¡Lo logramos todos juntos!", exclamó el oso mientras los demás se abrazaban, "en este bosque se puede trabajar en equipo y cuidar de nuestro hogar."
Así, el parque del bosque se convirtió en un lugar de unión, donde los animales aprendieron que al trabajar juntos y considerar las necesidades de todos, podían lograr maravillas y además, crear un espacio donde sus amistades florecieran cada día. Y desde entonces, los animales nunca olvidaron cómo la solidaridad y el respeto podían hacer magia en su hogar.
FIN.