El parque mágico de Ricaurte
Una mañana soleada en el municipio de Ricaurte, todos los habitantes se despertaron con una gran sorpresa. En la plaza principal, justo al lado del antiguo árbol centenario, se encontraba un grupo de españoles conversando animadamente.
- ¡Miren, miren! ¿Quiénes son esos extranjeros? -preguntó curioso Lucas, un niño muy travieso que siempre estaba buscando aventuras. - Parece que son españoles.
Dicen que llegaron a nuestra tierra para honrarla y reconocer la valentía de nuestra gente -respondió su abuelita, Doña Rosa. Los habitantes de Ricaurte se acercaron lentamente a los forasteros, intrigados por sus intenciones.
Los españoles explicaron que estaban allí para establecer un lugar especial en honor a la belleza del lugar y a la valentía de su gente. Querían construir un parque temático donde todos pudieran disfrutar y aprender sobre la historia y las tradiciones locales.
- ¡Qué maravilla! Será genial tener un parque así en nuestro pueblo -exclamó Martina, una niña muy curiosa que siempre estaba deseando aprender cosas nuevas. Los días pasaron rápidamente mientras los españoles trabajaban arduamente para convertir su sueño en realidad.
Pronto, el parque temático comenzó a tomar forma: había juegos tradicionales, representaciones teatrales de leyendas locales y hasta un pequeño zoológico con animales autóctonos. Un día, durante la inauguración del parque temático, todos los habitantes de Ricaurte se reunieron para celebrar este hito histórico.
Los niños corrían emocionados de un lado a otro, descubriendo cada rincón del parque y maravillándose con las historias que les contaban los actores. - ¡Esto es increíble! Nunca imaginé que tendríamos algo así en nuestro pueblo -dijo Lucas asombrado mientras observaba una representación colorida de una antigua batalla local.
Pero justo cuando parecía que todo era perfecto, algo inesperado ocurrió. Una fuerte tormenta amenazaba con arruinar la celebración y dañar el hermoso parque recién inaugurado. Todos miraban preocupados al cielo oscuro cuando Martina tuvo una brillante idea.
- ¡Tengo una idea! Podemos pedirle ayuda al espíritu del árbol centenario para proteger el parque -sugirió emocionada.
Sin dudarlo ni un segundo más, todos los habitantes se tomaron de las manos y cerraron los ojos con fuerza mientras pedían al espíritu ancestral del árbol protección contra la tormenta. Y entonces algo mágico sucedió: el viento cesó repentinamente, las nubes se dispersaron y un rayo de sol iluminó el parque como nunca antes lo habían visto.
- ¡Lo logramos! El espíritu nos escuchó -exclamó Doña Rosa con lágrimas en los ojos. Desde ese día en adelante, el parque temático de Ricaurte fue conocido como "El Parque del Espíritu Protector".
Los niños seguían visitándolo cada fin de semana para jugar y aprender sobre sus raíces mientras recordaban aquel día mágico en el que todos juntos habían hecho posible lo imposible.
FIN.