El Partido de la Amistad



Era un hermoso día soleado en el barrio y un grupo de chicos estaba ansioso por jugar al fútbol en el parque. Entre ellos estaba Lucas, un niño que amaba el deporte, pero también valoraba mucho la amistad.

- ¡Vamos! ¡Ya están llegando los demás! -gritó Lucas muy emocionado mientras corría hacia la cancha improvisada.

Mientras se acomodaban, cada uno eligió su posición en el campo. Entre sus amigos se encontraba Sofía, que era muy buena jugando de arquera, y Mateo, que siempre hacía las jugadas más ingeniosas.

- Hoy vamos a ganar, ¡todos contra Tóxico FC! -anunció Mateo con una gran sonrisa, refiriéndose al equipo que habían formado sus rivales.

- ¿Tóxico FC? ¡Son unos tramposos! -dijo Sofía.

- No importa, nosotros tenemos al mejor arquero -aseguró Lucas.

Cuando el silbato sonó, el partido comenzó con gran energía. Los chicos corrían de un lado a otro, pasando la pelota, gritando y riendo. De repente, había un problema: durante una jugada emocionante, uno de los jugadores de Tóxico FC, que se llamaba Maxi, cayó al suelo y se lastimó un tobillo.

- ¡Nooo! -gritaron sus compañeros.

Los chicos de Lucas, en vez de aprovechar la oportunidad para anotar un gol fácil, se detuvieron. Lucas se acercó a Maxi y le dijo:

- ¿Estás bien? Te voy a ayudar.

Los amigos de Maxi lo ayudaron a levantarse, pero él se sentía frustrado.

- ¡No puedo seguir jugando! -dijo Maxi con lágrimas en los ojos.

Lucas miró a sus amigos y tuvo una idea.

- Chicos, ¿y si hacemos un tiempo de descanso? Podríamos jugar otro día, cuando Maxi esté mejor.

Los otros se miraron sorprendidos, pero luego comenzaron a asentir.

- ¡Buena idea! -exclamó Sofía.

Todos decidieron que lo mejor era ayudar a Maxi. Jugar al fútbol era divertido, pero la amistad era lo más importante. Mientras esperaban, comenzaron a contar historias y a reírse.

Luego de un rato, decidieron que un buen gesto sería jugar un partido amistoso, donde todos pudieran participar, incluso Maxi. Cada uno eligió un rol y se organizaron en dos equipos, donde Maxi sería el árbitro. Al ver la sonrisa de Maxi, los demás se sintieron felices.

- ¡Esto sí es un buen juego! -dijo Mateo mientras pateaba la pelota hacia Sofía.

El partido amistoso fue mucho más divertido de lo que esperaban. Aprendieron a pasar la pelota, a celebrar cada jugada y a apoyarse mutuamente. Maxi, aunque no podía jugar, se divirtió dirigiendo el partido y animando a sus amigos.

Al final del día, aunque no habían ganado ningún torneo, se sintieron como verdaderos campeones.

- ¡Hoy ganamos todos! -dijo Lucas con alegría.

Así, unos chicos que sólo querían jugar al fútbol, aprendieron que la amistad y el apoyo son lo que realmente importa. Lo más bonito de todo esto, era que decidieron organizar un torneo de fútbol que incluyera a todos los chicos del barrio, porque la diversión se disfruta más cuando se comparte. Y desde ese día se prometieron que siempre jugarían con respeto hacia sus rivales.

Y así, en el parque, se escuchaban risas y gritos, pero sobre todo se sentía la amistad flotando en el aire.

FIN.

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