El partido de la reconciliación
Había una vez dos hermanos llamados Ismael y Mateo. Ismael era un niño con un carácter fuerte, siempre estaba dispuesto a discutir y pelear por cualquier cosa.
Por otro lado, Mateo era tranquilo y prefería resolver los problemas hablando. Un día soleado, los dos hermanos decidieron ir al parque a jugar fútbol. Ambos eran muy buenos en el deporte y disfrutaban de competir entre sí.
Sin embargo, durante el partido, comenzaron a discutir sobre quién había anotado más goles. "¡Yo he marcado más goles que tú!", exclamó Ismael con orgullo. "No es cierto, yo también he hecho muchos goles", respondió Mateo calmadamente.
La discusión se intensificó rápidamente y los dos hermanos empezaron a gritarse el uno al otro. Los demás niños que estaban en el parque se dieron cuenta de la pelea y comenzaron a mirarlos sorprendidos.
En ese momento apareció Lucas, un niño mayor del barrio que solía pasar tiempo en el parque jugando con su perro. Al ver la situación, decidió intervenir para ayudar a los hermanos a resolver sus diferencias. Lucas se acercó a ellos con una sonrisa amigable y les preguntó qué estaba pasando.
Los hermanos explicaron su disputa sobre quién había anotado más goles durante el juego de fútbol. Lucas escuchó atentamente y luego propuso una solución: "Chicos, ¿por qué no juegan otro partido? Esta vez contaré los goles para asegurarnos de que todo sea justo".
Los hermanos aceptaron la propuesta de Lucas y comenzaron a jugar otro partido.
Durante el juego, se dieron cuenta de que no importaba quién anotara más goles, sino que lo importante era disfrutar del deporte y pasar un buen rato juntos. Al finalizar el partido, Lucas contó los goles y anunció: "¡Es un empate! Ambos marcaron la misma cantidad de goles". Los hermanos se miraron sorprendidos y luego sonrieron.
Habían aprendido una valiosa lección sobre la importancia de trabajar en equipo y dejar de lado las discusiones innecesarias. Desde ese día, Ismael y Mateo dejaron atrás sus peleas constantes y se convirtieron en grandes amigos. Aprendieron a resolver sus diferencias hablando y encontrando soluciones justas para ambos.
Y así, los dos hermanos continuaron jugando fútbol juntos en el parque, pero esta vez como un equipo unido. Aprendieron a valorar la amistad por encima de cualquier disputa y descubrieron que trabajar juntos siempre trae mejores resultados. Fin.
FIN.