El partido de los amigos
Había una vez un niño llamado Ángel que vivía en un pequeño pueblo. A Ángel le encantaba el fútbol y pasaba todas las tardes practicando en el campo con su amigo Martín.
Un día, Martín retó a Ángel a jugar un partido de fútbol. Ángel estaba emocionado por la idea, pero también un poco nervioso, ya que Martín era muy bueno jugando al fútbol. El día del partido llegó y ambos chicos se encontraron en el campo.
El sol brillaba en lo alto y el césped estaba verde y fresco. Los dos amigos se prepararon para empezar el partido. "¡Vamos, Ángel! ¡Estoy listo para ganarte!", dijo Martín con una sonrisa desafiante.
"¡Ja! Veremos quién gana al final", respondió Ángel con determinación. El partido comenzó y ambos chicos dieron lo mejor de sí mismos. Martín era rápido y ágil, mientras que Ángel demostraba una gran habilidad con el balón.
El marcador estaba parejo durante todo el partido, con ambos equipos anotando goles espectaculares. Finalmente, llegó el momento decisivo. El marcador estaba empatado 4 a 4 y quedaban solo unos minutos para que terminara el partido.
Ángel tenía la oportunidad de marcar un gol que les daría la victoria a él y a su equipo. Ángel tomó impulso, dribló hábilmente a varios jugadores contrarios y disparó al arco con fuerza.
El balón entró limpiamente en la portería rival justo cuando sonaba el silbato final del árbitro. "¡Gooooool!", gritaron todos los presentes mientras levantaban a Ángel en hombros. Ángel había logrado anotar el gol ganador y llevar a su equipo hacia la victoria.
Estaba radiante de felicidad por su logro, pero también se sentía contento por haber tenido la oportunidad de jugar un emocionante partido contra su amigo Martín.
Desde ese día, Ángel siguió practicando duro para mejorar sus habilidades en el fútbol, siempre recordando que con esfuerzo y dedicación se pueden alcanzar grandes cosas. Y cada vez que veía su trofeo de campeón del partido contra Martín, sonreía sabiendo que había logrado algo increíble gracias a su pasión por el deporte rey.
FIN.