El partido de voley de Leonardo y José


Había una vez en un pequeño pueblo, dos amigos llamados Leonardo y José, que adoraban jugar al voley juntos. Un día, decidieron organizar un partido para divertirse. Sin embargo, surgió un problema: no estaban de acuerdo en las reglas del juego.

Leonardo pensaba que se debía jugar con un conteo específico de puntos, mientras que José afirmaba que se necesitaba un número diferente para ganar. La discusión se convirtió en una pelea, y ambos se negaron a ceder.

- ¡No es justo, José! ¡Tus reglas son ridículas! -exclamó Leonardo con frustración.

- ¡Tú eres el injusto, Leonardo! ¡Las tuyas son las que no tienen sentido! -respondió José, también molesto.

La tensión entre los dos amigos creció, y parecía que su amistad estaba en peligro. Sin embargo, en ese momento apareció la sabia abuela de Leonardo, quien los observaba desde lejos.

- ¡Alto! -exclamó la abuela con voz firme, llamando la atención de los chicos. -¿Por qué pelean, queridos? El voley debería ser una forma de divertirse y compartir, no de enojarse y pelear.

Leonardo y José se miraron avergonzados, pero la abuela continuó con ternura:

- Escúchenme, amigos. En la vida, no siempre estaremos de acuerdo con los demás, y está bien. Lo importante es aprender a resolver nuestras diferencias de manera justa y respetuosa.

Los ojos de los chicos se iluminaron al comprender las palabras de la abuela. Ambos se disculparon y decidieron buscar juntos un libro con las reglas oficiales del voley. Después de estudiarlas, acordaron jugar según esas reglas y disfrutar del juego como amigos.

Desde ese día, Leonardo y José aprendieron que, aunque no siempre estén de acuerdo, la amistad y el respeto mutuo son más importantes que ganar. Jugaron muchos partidos de voley juntos, y cada vez que surgía una diferencia, la resolvían con calma y comprensión. Su amistad se fortaleció, demostrando que el verdadero ganador es el que sabe mantener la armonía y el compañerismo.

Y así, Leonardo y José demostraron que incluso en un partido de voley, la verdadera victoria es la amistad.

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