El pasado perfecto de los sueños



En una pequeña escuela secundaria de Buenos Aires, los estudiantes de segundo año estaban a punto de enfrentar su mayor desafío hasta el momento: la evaluación de inglés sobre el pasado perfecto. Las aulas estaban llenas de murmullo y nerviosismo. Entre risas fingidas y preocupaciones, dos amigos inseparables, Leo y Sofía, hablaban sobre la situación.

"¿Estás nerviosa, Sofía?" - preguntó Leo, mientras jugaba con su borrador.

"¡Muchísimo!" - respondió Sofía, con los ojos bien abiertos. "¿Y si no me acuerdo de cómo usarlo? Ya me perdí en los ejemplos que nos dio la profesora."

"Relájate, ¿recuerdas la canción que escuchamos sobre el pasado perfecto? Tal vez te ayude a recordar todo mejor.” - Leo intentó animarla, sabiendo que podía ser más fácil si pensaban en algo divertido.

"Es verdad, pero no sé si eso alcanza después de las mil veces que estudié los ejemplos..." - suspiró Sofía.

La semana anterior, la profesora de inglés, la señora Rodríguez, había introducido el tema de una manera muy original. Propuso que cada estudiante escribiera sobre un sueño, pero usando el pasado perfecto.

Los alumnos se emocionaron con la idea, pero ahora, viendo el examen a la vuelta de la esquina, el entusiasmo se había desvanecido.

"Quizás deberíamos recordar lo que escribimos,” - sugirió Leo. "Yo había soñado con viajar a Japón y ver los cerezos en flor. ¿Y vos?"

"Yo había querido conocer a mi cantante favorito en un concierto. Pero… ¡no sé si recordar eso me va a ayudar!" - se lamentó Sofía.

"Claro que sí, ¡es el pasado perfecto! Si dijiste 'había querido', eso te va a recordar cómo usarlo en la evaluación. ¡Vamos a repetirlo!" - Leo recordó el entusiasmo de la semana pasada.

Con un nuevo espíritu, Sofía sonrió. "Tenés razón, Leo. ¿Te parece que empecemos a hacer algunos ejercicios juntos?" - preguntó, sacando su cuaderno.

Esa tarde, los dos amigos se quedaron en la biblioteca, rodeados de libros, risas y un poco de ansiedad. Empezaron a repasar ejemplos y, a medida que avanzaban, el nerviosismo fue disminuyendo.

"Vamos a crear una historia de aventura con lo que soñamos," - sugirió Sofía, animada.

"Sí, pero con todo en pasado perfecto. Podemos ser los protagonistas de nuestra propia película." - dijo Leo.

Ambos se entusiasmaron y comenzaron a contar una historia:

"Érase una vez, en un mundo mágico, donde Leo había encontrado un mapa del tesoro…" - comenzó Sofía.

- “¡Y Sofía había volado en un dragón para llegar a la isla donde estaba escondido!" - Leo continuó.

La historia voló por caminos inesperados: cruzaron selvas oscuras, enfrentaron monstruos de papel y se encontraron con criaturas que hablaban. Mientras creaban su relato, se dieron cuenta de que, entre risas y creatividad, habían utilizado el pasado perfecto muchas veces.

"¿Ves? ¡Esto es más divertido de lo que pensaba!" - exclamó Sofía.

"Sí, y además, hemos practicado sin darnos cuenta." - Leo sonrió feliz, sintiéndose como un verdadero aventurero.

El día del examen llegó. Al entrar al aula, el aire estaba impregnado de tensión. Todos tenían los ojos en sus hojas vacías, pero Leo y Sofía se miraron y sonrieron.

Mientras la profesora entregaba las hojas, Sofía sintió que su corazón latía a mil. "No puedo creer que estemos aquí," - le susurró a Leo.

"Lo vamos a hacer. ¡Sólo recuerda la historia!" - le respondió él, apretándole el hombro con confianza.

Al leer las preguntas, Sofía se sintió lista. Respiró hondo y recordó cada momento de su historia. Escribió sin parar, usando cada palabra del pasado perfecto que había aprendido.

Al terminar, miró a Leo y él le devolvió una sonrisa de complicidad. Ambos habían hecho su mejor esfuerzo y eso ya era una gran victoria.

Cuando recibieron sus notas una semana después, la profesora Rodríguez sonreía. "Estoy muy orgullosa de todos ustedes. ¡Hicieron un gran trabajo con el pasado perfecto!" - exclamó.

"¡Lo logramos, Sofía!" - gritó Leo con alegría, levantando su hoja donde le habían puesto un 10.

"¡Sí! ¡Y lo hicimos juntos!" - respondió Sofía, sintiendo que, aunque había nervios, la amistad y el esfuerzo compartido habían hecho todo más fácil.

Desde ese día, tanto Leo como Sofía sabían que enfrentar un desafío era menos aterrador cuando lo hacían con alguien que confiaba en ellos.

Y así, en su pequeña escuela secundaria, el pasado perfecto se convirtió no solo en un tema de inglés, sino también en una gran lección sobre la amistad y el trabajo en equipo.

FIN.

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