El Paseo de las Diferencias



En un soleado día de primavera en el bosque, un grupo de amigos muy peculiar se preparaba para salir de paseo. Estaban Rufián, la rana; Arañita, la araña; Mosi, el mosquito; Rulo, el ratón; y Gatito, el gato. Cada uno era único y especial a su manera, pero, a veces, las diferencias entre ellos hacían que las cosas no fueran tan fáciles.

"- ¿A dónde deberíamos ir este sábado? - preguntó Rufián, abriendo sus ojos grandes y verdes."

"- ¡Al lago! - exclamó Mosi, vibrando con emoción. - Hay flores y el agua es fresca. Además, siempre puedo jugar en los juncos."

"- Pero... yo no puedo nadar - respondió Arañita, temerosa. - ¿No podemos ir a la cueva? Ahí nos podemos esconder y jugar sin preocupaciones."

"- ¡No! - intervino Gatito, con su tono más serio. - La cueva es oscura y yo necesito luz para jugar. - Pero luego se dio cuenta que su comentario no ayudaba, así que agregó - Igual, no me gusta cómo suena eso."

"- Ustedes son unos aguafiestas - susurró Rulo, sintiéndose pequeño entre sus amigos. - Solo porque no puedan hacer lo mismo, creen que nadie se puede divertir."

Y así, cada amigo expresaba su punto de vista, lo que llevó a un montón de discusiones. Nadie parecía darse cuenta de que todos tenían sus propias limitaciones y que, en lugar de disfrutar del día, se estaban alejando.

Finalmente, tras muchas idas y venidas, decidieron ir cada uno por su lado. Rufián saltó al lago, Arañita se trepó a la rama de un árbol, Mosi zumbó lejos, Rulo se fue hacia un agujero en la tierra y Gatito quedó sentado en la orilla.

Al cabo de un rato, Rufián sintió que el lago no era tan divertido sin los demás. "- ¡Esto es un aburrimiento! - pensó. - ¡No tengo compañía!" Así que improvisó un salto y buscó a su amigo.

Al encontrar a Arañita solitaria, empezó a saltar cerca de ella. "- ¿Por qué no vienes a jugar al lago? - preguntó. - Podés quedarte en la orilla. No es tan aterrador. - Arañita le sonrió, pero aún dudaba."

"- Yo no sé nadar, Rufián. - le respondió la araña. - Además, a mí me asusta el agua."

Un poco después, Mosi pasó zumbando y se unió a la conversación. "- ¡Chicos, unítense! Todos podemos hacer algo diferente, ¡y eso está bien! ¿Qué tal si hacemos un picnic en la orilla del lago? - Siempre tengo unos snacks ricos."

"- ¡Idea genial, Mosi! - dijo Rufián, emocionado. - ¡Voy a buscar algo para llevar! - se despidió y saltó de vuelta hacia el agua."

Mientras tanto, Rulo, el ratón, se sentía un poco triste. Nadie parecía querer jugar en su escondite, así que decidió hacer algo diferente. Encontró un lugar acogedor cerca del lago y comenzó a recolectar hojas. "- Quizás podría hacer un lindo lugar para un picnic..." se dijo a sí mismo.

Al ver lo que hacía Rulo, Gatito se acercó. "- ¿Qué hacés? - le preguntó, intrigado."

"- Estoy juntando hojas para el picnic. - dijo Rulo, un poco tímido. - Cuando estén listos, todos se darán cuenta de lo divertido que puede ser."

Gatito sintió que lo que hacía Rulo era genial, así que decidió ayudarle. Juntos, juntaron hojas y prepararon un lugar muy cómodo cerca del lago. Al cabo de un rato, Rufián y Mosi llegaron con toda su comida. Arañita, viendo que había un rincón perfecto, decidió unirse a ellos.

"- ¡Miren qué bonito lugar hicieron, amigos! - exclamó Arañita con una gran sonrisa."

"- Y pensar que había que separarnos para que esto sucediera. - reflexionó Rulo."

"- A veces, las diferencias nos hacen sentir que no podemos jugar juntos. Pero al final, tenemos que buscar formas de unirnos, - dijo Gatito. - Todos trajimos algo especial hoy."

Ese día, el quinteto se dio cuenta de que sus diferencias eran lo que hacía que su amistad fuera única. Se adaptaron y juntos disfrutaron de un hermoso picnic en el lago, donde cada uno tuvo la oportunidad de mostrar lo que podía aportar al grupo. Rufián trajo verduras frescas, Mosi llevó unos dulces ricos, Arañita se encargó de hacer una hermosa decoración con su telaraña, Rulo hizo un lugar acogedor con hojas y Gatito trajo un poco de pescado que había conseguido por la mañana.

Al final del día, se despidieron con risas y bellos recuerdos. Aprendieron que aunque a veces no pudieran hacer lo mismo, siempre habría una manera de disfrutar juntos, aceptando y valorando lo que cada uno traía al grupo.

"- ¡La próxima vez elijo yo a dónde vamos! - gritó Rufián, salpicando un poco de agua con su salto, mientras los demás reían. Todos saben que sus amistades son más fuertes que cualquier diferencia. Y así, con corazones alegres, volvieron felices a sus casas, esperando con ansias su próxima aventura.

FIN.

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