El Paseo de los Albos
Era un hermoso día en el bosque. Tres amigos, Tito, Lila y Nico, decidieron salir de paseo. Ellos llevaban sus mochilas llenas de picadas y emoción. Mientras caminaban, Tito, que siempre observaba a su alrededor, dijo:
- ¡Miren esos pájaros! Son de un color tan brillante.
Lila sonrió y comentó:
- Sí, son hermosos. ¡Me gustaría poder volar como ellos!
Nico, que era muy curioso, preguntó:
- ¿Y si tratamos de seguirlos? Quizás nos llevan a un lugar mágico.
Los tres amigos se miraron con emoción y, sin dudar, comenzaron a seguir a los pájaros. Pero, adentrándose en el bosque, se dieron cuenta de que se habían perdido.
- ¡Espera! ¿Dónde estamos? - dijo Nico, mirando a su alrededor con preocupación.
- No lo sé, pero ya no veo los pájaros - respondió Tito, angustiado.
- No debemos entrar en pánico - dijo Lila intentando calmar a sus amigos. - Pensemos en cómo volver.
Los tres se sentaron en una piedra. Mientras reflexionaban, se dieron cuenta de que había algo peculiar en el aire. Era un aroma a flores frescas y tierra húmeda.
- ¡El sendero! - exclamó Tito. - Si seguimos el aroma, quizás lleguemos a un lugar conocido.
Así que, juntos, decidieron seguir el olor. Caminan por el sendero, encontrando distintos colores de flores y escuchando el canto de los pájaros. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que era fácil perderse en las maravillas del bosque.
- ¡Allí! - apuntó Lila. - ¡Un arroyo! ¡Siempre venimos a jugar ahí!
Con una sonrisa de esperanza, los amigos corrieron hacia el agua. Al llegar, se encontraron con unas rocas que marcaban el final del arroyo.
- Si cruzamos por las piedras, quizás podamos ver hacia el otro lado y descubrir cómo volver - sugirió Nico, decidido.
- Estoy de acuerdo. ¡Vamos! - dijo Lila, entusiasmada.
Uno a uno, los amigos comenzaron a cruzar las rocas. Tito, el último en pasar, resbaló y cayó al agua.
- ¡Ayuda! ¡Estoy mojado! - gritó mientras se reía.
Los dos comenzaron a reírse y no tardaron en ayudarlo a salir, mojándose en el proceso. Con risas y alegría, se dieron cuenta de que aunque había sido una aventura, habían aprendido a trabajar en equipo.
- Al final del día, solo necesitamos mantener la calma y apoyarnos entre nosotros - dijo Lila, sonriendo.
Después de refrescarse, siguieron caminando y pronto encontraron el camino de regreso.
- ¡Miren! ¡Es el claro donde hicimos el picnic la última vez! - gritó Nico con alegría.
Con corazones llenos de emoción, llegaron al claro. Allí, decidieron hacer un picnic para celebrar su aventura, disfrutando de la comida y la compañía.
- La próxima vez, ¿podemos hacer un mapa? - sugirió Tito, mientras compartían unas galletas.
- ¡Sí! Así nunca más nos perdemos - respondió Lila.
Y así, ese día, aprendieron que aunque a veces se pueden perder, siempre hay un camino de vuelta si tienen amigos a su lado, compartiendo risas y creando recuerdos. Como siempre, la amistad y la aventura los llevan a lugares mágicos, aunque a veces se encuentren perdidos.
FIN.