El Paseo de Messi y Pepe
Era una tarde soleada en Rosario y el aire estaba lleno de risas y alegría. Lionel Messi, el famoso futbolista, había decidido pasar un día especial con su amigo Pepe, un niño lleno de sueños y amor por el fútbol. Pepe vivía en una casa cercana al parque y siempre soñaba con jugar con Messi, pero nunca había tenido la oportunidad.
Pepe: - ¡Messi! ¿Puedo jugar a la pelota contigo? ¡Es mi sueño!
Messi: - Claro, Pepe. Pero antes, quiero llevarte a un lugar especial.
Pepe no podía contener la emoción. Así que Messi lo llevó de la mano por las calles de Rosario, mientras el pequeño sonreía y saludaba a los vecinos. De repente, Messi se detuvo frente a un hospital.
Pepe: - ¿Por qué estamos aquí?
Messi: - Aquí hay niños que no pueden salir a jugar hoy por diferentes razones. Me gusta visitar a estos pequeños héroes y compartir un poco de alegría. ¿Te gustaría acompañarme?
Pepe, aunque un poco sorprendido, asintió con la cabeza. Ambos entraron al hospital y se encontraron con varios niños en las habitaciones. Algunos estaban leyendo, otros hacían dibujos, pero todos los rostros se iluminaron al ver a Messi.
Pepe: - ¡Miren, es Messi! ¡Puedo jugar con él!
Los niños se acercaron emocionados, y Messi comenzó a jugar con ellos, haciendo malabares con la pelota. Pepe, inspirado por la pasión de Messi, se unió a la diversión.
Pepe: - ¡Vamos, chicos! ¡Todos juntos a jugar!
Los niños se olvidaron de sus preocupaciones por un momento y comenzaron a reír y jugar con Messi y Pepe. Pero, de repente, uno de los pequeños, llamado Tomi, se sintió un poco triste.
Tomi: - Me gustaría jugar al fútbol, pero no puedo salir como ustedes.
Messi se agachó a su nivel y le dijo:
Messi: - Oye, Tomi, a veces lo más importante es la actitud. ¿Sabés qué? El fútbol no sólo se juega en la cancha, ¡se puede jugar en cualquier lado! ¿Qué te parece si hacemos una falta? ¡La vida es un juego!
Pepe: - ¡Sí! ¡Vamos a crear un partido de oficina aquí mismo!
Los niños comenzaron a organizar equipos, utilizando almohadas como porterías y una pelota de papel como balón. Messi guió el juego, enseñándoles algunos trucos mientras todos se divertían. Las risas llenaron la habitación y los rostros de los niños brillaban de felicidad.
Después de un rato, Messi miró el reloj y supo que debían irse.
Messi: - Bueno, amigos, ¡ha sido un día increíble! Pero recuerden, siempre pueden jugar en sus corazones. La pasión está donde ustedes la pongan.
Tras despedirse, Messi y Pepe salieron del hospital, pero Pepe seguía pensando en Tomi y los demás niños.
Pepe: - Messi, ¿crees que podamos volver a visitarlos?
Messi: - Claro, Pepe. Hay que llevarles un poco de alegría cada vez que podamos. ¡Son como nosotros, ellos también merecen jugar y sonreír!
Emocionados por la idea, Pepe y Messi decidieron organizar un torneo de fútbol para todos los niños del hospital. Con el tiempo, comenzaron a planearlo, y al final, todos los pequeños pudieron participar. El torneo se realizó al aire libre, con amigos, familiares y, por supuesto, con Messi como el gran invitado.
El día del torneo, todos estaban felices. Los niños del hospital se unieron a los que jugaban en la calle. Pepe miró a su alrededor y sonrió, sabiendo que había compartido la magia del fútbol con todos.
Pepe: - ¡Esto es increíble! ¡La alegría se comparte, Messi!
Messi: - Exactamente, Pepe. ¡El fútbol es tan solo un juego, pero lo que realmente cuenta es el amor y la felicidad que llevamos a todos! Nunca olvides eso.
Concluido el torneo, los niños se despidieron con un abrazo, llevando consigo no solo una pelota, sino el recuerdo de un día lleno de sonrisas y amistad. Pepe miró a Messi con admiración, comprendiendo que lo verdaderamente valioso no es sólo ser el mejor en la cancha, sino saber dejar huellas en el corazón de los demás.
Y así, Pepe y Messi continuaron soñando y jugando, llevando siempre alegría y esperanza a dondequiera que fueran.
FIN.