El Paseo Olvidado



En la mágica Isla Perdida, donde los árboles susurran secretos y los ríos cantan melodías suaves, un grupo muy especial de animales decidió llevar a su amigo, el pequeño Bebé, a un paseo inolvidable. Eran Cala la tortuga, Tito el loro, Lila la liebre y Manu el mono. Todos estaban emocionados por la aventura que les esperaba.

"¡Vamos a explorar la cueva de los ecos!" - grita Manu, moviendo su cola de un lado a otro.

"Sí, sí, eso suena increíble!" - responde Cala, con su voz pausada.

"No te olvides de llevar al Bebé, él también quiere ir" - dice Lila, saltando de un lado a otro.

Todos miran hacia donde estaba el Bebé, un pequeño humano risueño con ojos grandes y curiosos. Pero, a medida que empezaron a caminar por la isla, se distrajeron con los colores brillantes de las flores y el canto de las aves.

"¡Miren esas mariposas!" - grita Tito, volando hacia ellas.

"¡Qué lindas!" - exclama Lila mientras corre de un lado a otro, tratando de atraparlas.

En su emoción por jugar y descubrir, los animales olvidan completamente al Bebé que se había quedado sentado sobre una alfombra de hojas secas, sonriendo y disfrutando del sol.

Al darse cuenta de que habían perdido de vista al Bebé, los animales se detuvieron en seco.

"¡Chicos, el Bebé!" - dice Cala, con una expresión horrorizada.

"¿Dónde está?" - pregunta Manu, mirando en todas direcciones.

"No puede ser que lo hayamos olvidado," solloza Lila.

Los cuatro amigos se miran con preocupación, y deciden que deben encontrarlo lo antes posible. Se distribuyen en distintas direcciones, buscando por toda la isla.

Cala se sumerge en la espesura del bosque, llamando al Bebé con su voz tranquilizadora:

"¡Bebé! ¡Bebé! ¡Estamos aquí!"

Sin embargo, no recibe respuesta.

Manu sube a los árboles más altos con la esperanza de ver algo desde las alturas.

"¡Bebé, ¿dónde estás? !" - grita desde lo alto, sólo escuchando el eco de su propia voz.

Lila corre, su corazón latiendo rápido. Ella se detiene y observa a su alrededor, atrapando un aroma familiar...

"¡Es el aroma de las frutas!" - se dice a sí misma, recordando que al Bebé le encantaban las frutas. Tal vez, si seguía el olor, lo encontraría.

Mientras busca, Tito vuela bajo sobre el río, intentando ver si el Bebé se encuentra a la orilla.

"Por favor, Bebé, aparece..." - musita Tito, sintiéndose cada vez más angustiado.

Después de mucho tiempo buscando, escuchan una risa familiar que proviene de una pequeña área iluminada por el sol. Al acercarse, ven que el Bebé estaba rodeado de mariposas y una ardilla muy juguetona.

"¡Bebé!" - gritan todos al unísono, aliviados al encontrarlo.

"¡Hola, amigos!" - dice el Bebé, feliz mientras las mariposas revolotean alrededor de él.

"¡Nos asustaste!" - dice Manu, abrazando al Bebé.

Los animales se reúnen a su alrededor, explicándole lo que pasó y cómo se sintieron al no tenerlo cerca.

"Prometemos nunca más olvidarte de nuevo, porque eres parte de nuestro grupo, y siempre debemos cuidar de los amigos juntos" - dice Cala con sinceridad.

"Sí, ¡tú eres el mejor Bebé!" - añade Lila, dándole un pequeño abrazo.

El Bebé sonríe y, mientras se sientan todos a compartir una merienda de frutas que Tito había traído, nota lo importante que es para sus amigos. Aprendieron que cuidar de los demás es parte de la amistad.

"La próxima vez, ustedes también deben asegurarse de que no me dejen atrás" - bromea el Bebé.

Desde ese día, los amigos de la Isla Perdida siempre se aseguraron de estar juntos en sus aventuras, aprendiendo a cuidar el uno del otro y disfrutando de cada momento juntos, sabiendo que la verdadera aventura siempre es más divertida con los amigos a tu lado.

FIN.

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