El Pasó de la Amistad
Era un hermoso sábado por la mañana y el sol brillaba intensamente en el cielo. El equipo de fútbol de las niñas estaba entusiasmado por el partido que se avecinaba. Todas corrían y se reían mientras calentaban en el campo de juego. Temprano en la mañana, Stephany había estado soñando con anotar un gol impresionante y quería demostrar su mejor desempeño.
Mientras corrían juntas, Stephany, llena de emoción, se acercó a su compañera Mía y le pasó la pelota con demasiada fuerza.
"¡Mirá, Mía, toma!" gritó Stephany, sin pensar en la potencia de su pase.
La bola salió disparada y Mía, sorprendida, no pudo evitar que le golpeara la mano. Sofía, otra compañera de equipo que estaba cerca, se preocupó al ver la expresión de dolor en el rostro de Mía.
"¡Ay, Mía, estás bien!" exclamó Sofía, corriendo hacia ella.
Stephany se quedó paralizada, sintiendo cómo un nudo se formaba en su estómago.
"Oh, no, Mía, lo siento mucho, de verdad. No quise lastimarte" dijo Stephany, con lágrimas en los ojos.
Mía, al ver la preocupación en el rostro de su amiga, sonrió y levantó la mano que aún le dolía. "No pasa nada, Stephany. Entiendo que estabas emocionada. Estoy bien, solo necesito un momentito".
El equipo se detuvo del calentamiento, y el entrenador, al notar la situación, se acercó.
"Chicas, siempre es importante cuidar a nuestras compañeras. Hay que ser responsables con la fuerza que usamos, especialmente al pasar la pelota. Pero también es importante saber disculparse y mantener el buen espíritu del equipo".
Las niñas asintieron, comprendiendo que cada error era una oportunidad para aprender. Mía, aún con una sonrisa, rompió el silencio.
"Gracias, Stephany, por ser tan sincera. Todos cometemos errores. Lo importante es cómo respondemos a ellos".
Todas las niñas aplaudieron, y el ambiente se llenó de risas nuevamente. Pero en ese momento, Mía miró hacia la portería y tuvo una idea brillante. "¡Chicas! ¿Qué les parece si hacemos un juego? En vez de calentar solamente, hagamos un desafío: tenemos que pasarnos la bola pero sin lastimarnos!"
El equipo se iluminó con esa propuesta. La idea era divertirse mientras aprendían a ser más cuidadosas.
"¡Sí! ¡Eso suena divertido!" gritaron a coro, mientras se armaban en un círculo.
Las niñas comenzaron a pasarse la bola suavemente, riendo y animándose unas a otras. Juegan a ver quién podía hacer el pase más creativo sin causar daño. Stephany, aliviada, comprendió que la emoción de jugar no tenía que convertirse en un golpe.
Después de unos minutos, Mía se destacó. Con mucha elegancia, hizo un pase que siguió una curva sorprendente, ¡y la pelota terminó en la portería!"¡Gol!" gritó el equipo, mientras aplaudían y felicitaban a Mía, quienes a su vez logo pasó la pelota a Stephany.
"¡Ahora te toca a vos, Stephany!".
Con una gran sonrisa, Stephany recibió el balón con cuidado. Ahora más tranquila y concentrada, decidió hacer un pase suave y preciso. La pelota rodó, pero en vez de ir muy lejos, se detuvo justo frente a su compañera Sofía.
El entrenamiento continuó lleno de risas, aprendizaje y trabajo en equipo. Al finalizar, el entrenador aplaudió y les dijo:
"Hoy no solo mejoraron sus habilidades como jugadoras, sino que también fortalecieron su amistad y cómo apoyarse entre ustedes. Recuerden siempre que el verdadero espíritu de un equipo se basa en la comprensión y el cuidado mutuo".
Mía, con una gran sonrisa, abrazó a Stephany y le dijo: "¡Estamos en esto juntas!".
Y así, el equipo no solo estaba listo para el partido, sino que también había aprendido una valiosa lección sobre la amistad, la empatía y el trabajo en equipo. Ese día, no solo pasó la pelota, también pasó algo más importante: el cariño y la unión que las llevaría a nuevas victorias.
FIN.